Sí o no

Sí o no Jorge G. Castañeda30 Abr. 08 La idea del referéndum para resolver la reforma energética tiene dos grandes virtudes: el presidente Calderón no la quiere, y AMLO no la entiende. Esta conjunción de atributos permite avanzar. De la misma manera que el gobierno optó por presentar lo que consideró que era la mejor reforma posible, no la más ambiciosa ni la más deseable, también decidió lograr su aprobación de la manera en apariencia más fácil y rápida: en alianza con el PRI en ambas Cámaras y ya. Las dos mayores ventajas de la reforma parecieran ser su fácil y rápida aprobación. Por desgracia uno puede tener la impresión de que el proceso no va a ser ni fácil ni rápido. Por lo menos se tardará hasta finales de julio o principios de agosto y el PRD ha sido muy claro: va a intentar todo para impedir un periodo extraordinario antes del informe para aprobar la reforma, por un lado; por el otro, el PRI ya mandó varias señales crípticas y no tan crípticas sobre el tipo de cambios que busca imponerle a la reforma, algunos de ellos, seguramente pactados con el gobierno. Entre una aprobación buena, bonita y barata, es decir, expedita y completa, y un referéndum tardado, engorroso, con un desenlace incierto y que implicaría una negociación compleja y costosa con AMLO, obviamente le resultaba preferible al Presidente la primera vía. El problema es que esa vía se antoja cada día menos transitable. Y en cambio, vale la pena repetirlo, si el gobierno lograra con el PRD las modificaciones constitucionales necesarias para introducir la fórmula del referéndum para cambios a la Carta Magna, ratificación de tratados internacionales y aprobación de legislación secundaria de gran trascendencia, e incluso la revocación de mandato (que existe en muchos países y que por ahora sí implica discusión aparte), Calderón podría empezar a transformar en serio el andamiaje institucional totalmente disfuncional de nuestro país.Pero si el gobierno no quiere, AMLO no entiende o hace como si no entendiera. Un referéndum de verdad sobre la reforma lite del gobierno o en su caso sobre una reforma de fondo que propusiera el Ejecutivo, y que implicara modificación constitucional, no puede ni debe de ser una mera consulta. Ni debe complementar la aprobación legislativa. Es un acto legislativo en sí, sea a propósito de leyes secundarias o de la misma Constitución. Que por cierto no se entiende por qué AMLO se opone tanto al principio mismo de modificar la Constitución: ha sido trastocada, por no decir manoseada, en más de 500 ocasiones desde 1917, y el PRD ha votado a favor en muchas de ellas desde 1989.El referéndum no sustituye el debate nacional pero sí debe sustituir, para eso es, a los procesos legislativos cuando la figura existe y se recurre a ella. Como se ha dicho hasta la saciedad, hay variantes de la figura del referéndum: vinculante o no, a iniciativa del Ejecutivo, del Legislativo, o de la ciudadanía (con un número mínimo de firmas) para modificar la propia Constitución, para ratificar tratados o para cambiar leyes secundarias. El PRD se haría aun más daño del que ya se ha hecho si empieza a adornarse con legalismos y tecnicismos para evadir el bulto. El asunto es muy sencillo: quiere AMLO que la reforma energética propuesta por el gobierno, o cualquier otra, sea resuelta por referéndum, ¿sí o no? Si sí, su partido debe votar junto con el PAN las reformas constitucionales del caso; si no, que se deje de más payasadas. La decisión obviamente debe de ser vinculante y debe de ser aceptada: no es como el Segundo Piso o la simulación sobre su permanencia en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Obviamente lo tiene que organizar la única autoridad electoral del país, el IFE. Y obviamente debe regularse el acceso a los medios: debe ser equitativo no sólo en el spoteo sino también en noticieros.Aunque lo del spoteo parece que no viene al caso, ya que gracias a la absurda reforma electoral aprobada, no podría haber spots del sí o del no, como en Chile en 1988 bajo Pinochet o en Venezuela bajo Chávez hace unos meses. Por la sencilla razón de que los partidarios del sí o del no tendrían prohibida la compra de tiempo, ya que no son partidos; o mejor dicho sólo los partidos podrían compartir su postura sí o no con la sociedad: la sociedad no podría compartir su postura consigo misma. Normalmente en un referéndum que es casi siempre binario (aunque hay excepciones como el del régimen político en Brasil en 1993 cuando se debió escoger entre régimen parlamentario, presidencial o monarquía) la sociedad se organiza en coaliciones del sí o del no. Es evidente que para poder celebrar un referéndum en México sobre el petróleo como dice que lo quiere AMLO, habría que reformar la reforma electoral, y crear el sujeto jurídico de compra de tiempo aire de la coalición del sí y de la del no, que por definición serían distintas y más amplias que los partidos políticos existentes.Pero volviendo a lo esencial, el PRD debería de ser por una vez en su vida congruente. No tiene sentido luchar por y lograr la realización de un gran debate nacional, si ese debate no conduce a un desenlace, a un cierre. El cierre puede ser uno de dos: votación en las Cámaras o votación nacional. Si lo que AMLO propone y quiere es una votación nacional sí o no, organizada por el IFE con acceso equitativo a medios, con las modificaciones constitucionales relevantes realizadas con anterioridad y con fines genéricos; y acepta la decisión de los votantes, cualquiera que sea, habría que tomarle la palabra. Sobre todo, ahora que ha vuelto a demostrar que sigue siendo capaz de dar una lata pavorosa.

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