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Pronóstico

PronósticoOctubre 8, 2008Jorge CastañedaEn medio de la enorme incertidumbre que ha generado en el mundo la crisis financiera de Estados Unidos y cada vez más la de Europa y América Latina surge una certeza creciente para el futuro inmediato. Algunos lo deseábamos y lo vaticinamos desde hace un año sin fundamento alguno (ver la cita a un comentario de este autor en la columna de Roger Cohen del New York Times en noviembre del 2007). Pero hasta ahora nadie podía realmente darlo por seguro. Lo que es más, este mismo escrito peca de temerario. Pero a estas alturas todo parece indicar que el próximo presidente de Estados Unidos será Barack Obama y que un país conservador -todavía con algunos tintes racistas, antiintelectual como pocos y dotado de una proclividad recurrente por el simplismo- está próximo a elegir Presidente a un intelectual negro progresista y de historia personal compleja.¿Qué permite afirmar esto con un mínimo de bases a cuatro semanas de los comicios? En primer lugar, más que cualquier otro factor, la debacle financiera, la crisis de liquidez y la contaminación de la economía real por estos fenómenos en los propios Estados Unidos. Es una regla casi de hierro de la política electoral. Cuando la economía va mal pierden los salientes y ganan los nuevos. Hay excepciones como con todas la reglas, pero por ahora resulta inverosímil la postura de John McCain en el sentido de que él no tiene nada que ver con Bush ni con el partido de Bush ni con los liderazgos legislativos de Bush ni con la guerra de Bush ni con la desidia de Bush. McCain les dice a los americanos que es un republicano aparte. Nadie le cree.En segundo término, las encuestas, que siempre hay que tomar con un granito de sal, ya muestran una ventaja nacional y sobre todo ventajas en los estados llamados campo de batalla para Obama superiores al margen de error. Estados como Florida, Ohio, Carolina del Norte, Colorado e incluso Virginia pueden entregarle sus votos electorales al senador de Illinois. Quizás el estado decisivo sea Florida: lo dijo ya Obama, si él puede ganar Florida, la elección se acabó.En tercer lugar, el penúltimo recurso de McCain, a saber, tratar de vincular a Obama con personajes turbios (especuladores, religiosos, activistas, y partidarios de la lucha armada) de su pasado no tan reciente y lejano, podría prosperar en condiciones económicas normales, pero en las circunstancias actuales es prácticamente imposible distraer la atención de la gente de los temas pecuniarios y enfocarla en asuntos ideológicos, culturales o geográficos. El votante norteamericano ve esfumarse sus ahorros para el retiro en las cuentas 401(k), ve la astringencia brutal de crédito para su empresa, el refinanciamiento de su hipoteca, un coche nuevo o lo que fuera; ve amigos a su alrededor perdiendo su empleo: no le interesan las supuestas relaciones peligrosas de Obama.Cuarto, el último recurso de McCain, a saber el llamado efecto Bradley, es decir, la tendencia del elector blanco a mentirle al encuestador, incluso en las encuestas de salida, para disimular su inconfesable racismo y que hizo que el ex alcalde negro de Los Ángeles, Tom Bradley, perdiera la elección para la gubernatura de California en 1982 a pesar de llevar una ventaja de hasta 10 puntos en los sondeos inmediatamente anteriores, parece haber disminuido en Estados Unidos. Y parece también neutralizarse por lo que podríamos llamar el efecto amigo-kit, es decir, el uso exclusivo de líneas celulares en ausencia de líneas fijas por jóvenes universitarios o de cualquier otra estirpe en Estados Unidos, y, como lo saben bien los encuestadores, hasta la fecha nadie ha descubierto la manera de encuestar confiablemente vía celular, ya que se carece de los datos socioeconómicos y geográficos básicos del encuestado, cuando sólo se le puede localizar vía celular. Se supone que esos millones de jóvenes sin fijos y con celulares, en primer lugar, van a ir a votar en proporciones mayores que nunca y, en segundo lugar, lo harán de manera clara a favor de Obama, contrarrestando así el innegable racismo escondido de un sector, pequeño pero decisivo, del electorado americano.El debate de ayer en la noche confirmó todas estas tendencias, en el sentido de que al no producirse ningún tropiezo mayúsculo, pero tampoco un golpe magistral de ninguno de los dos candidatos, la suerte parece estar echada. McCain no pegó home run y Obama no dejó caer ningún globito en el infield. En época de Serie Mundial se valen las metáforas beisboleras y se vale jugársela con un pronóstico, que ojalá no sea sólo un deseo piadoso.

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