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Preguntas Jorge G. Castañeda3 Dic. 08En las encuestas y opiniones sobre los dos años del gobierno de Calderón hay constantes y algunas variaciones. Los sondeos, en general, dicen lo mismo: la aprobación del Presidente se mantiene estable a lo largo de un año difícil, lo que sin duda es un logro, aunque la valoración de la gente sobre las acciones del gobierno en distintos campos es cada vez más negativa, como es lógico también. Consulta Mitofsky explica esta dicotomía argumentando que la gente no responsabiliza a Calderón de lo mal que están las cosas. La comentocracia tiene también recurrencias y diferencias: casi todos repiten, como la gente, que Calderón le está echando ganas, pero que no basta; que muchas decisiones han sido acertadas pero no logran los propósitos que buscaban. Por eso, quizás convenga centrarse en el tema central de estos dos años: la guerra contra el narco; y más que ver la opinión de la gente o de la comentocracia, analizar los propósitos y aparentes resultados de la guerra hasta ahora.Parece haber tres premisas detrás de la decisión de Calderón. Primero, como dijo el procurador Medina Mora en El País, no había un minuto que perder dada la descomposición de la autoridad del Estado. Segundo, que esa descomposición, más allá de la desidia y/o complicidad de gobiernos anteriores, viene de dos cambios en la estructura del narco: México había dejado de ser un país de tránsito para ser un mercado de consumo, y la relativa sustitución de la cocaína por metanfetaminas en Estados Unidos, lo que modificó rutas, mecanismos de tránsito. Y la tercera, que ante ese panorama la única solución era ordenar al Ejército desempeñar un papel más activo y vigoroso en el combate al crimen organizado.Ninguna de las tres premisas puede demostrarse falsa, pero tampoco son evidentes sus fundamentos con cifras o con argumentos sólidos. Sobre todo, como sostuvimos en estas páginas hace tiempo, no se ha resuelto el dilema de la doctrina Powell: ¿dónde está la fuerza aplastante, la estrategia de salida, la definición de victoria y el apoyo social? Insisto, no tengo, ni creo que alguien tenga los elementos para desmentir las tres premisas. Pero el gobierno tampoco, o en todo caso, no ha hecho públicas las respuestas a estas preguntas.Hay dos casos que parecen emblemáticos. Un alto funcionario que participa en la guerra contra el narco me confiaba hace días que la definición de victoria reside entre el llamado sellamiento de la frontera sur y el desvío del tráfico de Sudamérica hacia Estados Unidos por otras rutas. Esta tesis siempre me atrajo. Supe de ella al leer un memo de O. Rocha, funcionario de la embajada de México en Washington, y yerno y asesor de F. Labastida, entonces titular de Segob, y que fue entregado al nuevo equipo de la SRE en diciembre de 2000. Es una idea brillante, sobre todo así le pareció al equipo antinarco de ese momento, y al gobierno de Zedillo, que ya había empezado a comprar lanchas rápidas y globos aerostáticos para patrullar la frontera sur. Por ello se compraron en febrero de 2001 tres aviones mini AEW&C, a Embraer con radares suecos, y que fueron entregados en 2003. Durante todo el sexenio, y entiendo que en los dos años de este régimen, se ha seguido dicha política. Es decir, es una estrategia que tiene por lo menos 10 años. Todo parece indicar que hasta hoy no ha funcionado. La pregunta es ¿qué hace falta para que funcione?El otro caso es el del consumo. La encuesta de adicciones de la Secretaría de Salud, cuyos resultados preliminares se filtraron a la prensa en septiembre de 2008, parece refutar la tesis del consumo, si se toma en serio. El número de adictos entre 2002 y 2008 sí aumentó en 51 por ciento, pero desde una cifra muy baja (307 mil) a una igual de baja (465 mil). Es posible que el consumo recreativo sea una cifra mayor -el gobierno no ha dado a conocer ese dato-. No parece ser un gran mercado, sobre todo comparado con el que todos sabemos. Si vemos la encuesta de Consulta, la respuesta a ¿cuáles son los temas de mayor preocupación de los mexicanos?, las adicciones son la menor preocupación para la gente a lo largo de los últimos seis años y no ha superado el 5 por ciento en 2007 y en 2008 apenas rebasa el 1.5 por ciento. No sé si en términos reales, y no mediáticos, México ya sea un país de consumo. Tampoco sé si el sellamiento de la frontera sur sigue siendo el objetivo de la estrategia, ni si puede o no funcionar en las condiciones actuales, ni por qué no ha funcionado. Pero, a dos años, más que festejar logros o denunciar sus fracasos quizá sea más útil hacerse estas preguntas para obtener nuevas respuestas.

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