Pinche Ahumada

Pinche Ahumada Jorge G. Castañeda14 May. 09El libro de Carlos Ahumada desató un frenesí de ventas y una cierta histeria en la comentocracia. Es su primera virtud. Hay otras. Pero antes de subrayarlas es útil aclarar paradas, para no caer en las descalificaciones o maniobras en las que otros han sucumbido.Primero, la autoridad moral o falta de ella del autor es indiferente en cuanto al juicio que se pueda hacer a la veracidad del texto, a menos que exista un vínculo directo entre una cosa y la otra. No sé si Ahumada es o no todo lo que dicen que es. No me importa. Sí me interesa saber si lo que dice sobre el Peje, Salinas, Fox, Diego, el GDF o los cubanos es cierto o no. Si alguien puede demostrar que por ser corrupto, gangsteril y cínico, lo que afirma a propósito de violaciones a sus derechos humanos en el reclusorio del GDF es falso, bienvenido. Pero hasta ahora en lo poco que he leído al respecto no lo parece.Segundo, no entiendo cómo se puede dar por buena la mitad del libro de Ahumada que favorece la tesis del complot y descartar lo que dice sobre la corrupción en el GDF, la tortura a la que fue sometido en Cuba, las maniobras de AMLO para eliminar políticamente a los Cárdenas, a Rosario Robles, etcétera. Se sabe que muchos autores, sobre todo los que escriben memorias, suelen incluir destellos de verdad, o incluso auténticas joyas verídicas, para darle certeza aparente a inventos, falsedades u omisiones que pueden coexistir en un mismo texto. Pero de ahí a creer que todo lo que dice a favor del Peje es cierto y que todo lo que dice en contra del Peje es falso; o que todo lo que dice contra Salinas, Diego o Fox es cierto, me parece un salto descomunal. O todos coludos o todos rabones.Ahora bien, hay tres tesis en el libro dignas de resaltar, que pueden ser un aporte a la política en México. La primera es la del complot. Como lo hemos afirmado muchos, siempre he pensado que efectivamente hubo una convergencia de intereses y de acciones para impedir la llegada de López Obrador a la Presidencia. Y Ahumada lo único que hace es aportar más elementos a los que ya muchos hemos proporcionado. Lo que no hace Ahumada, porque no quiso o porque no puede, es repetir la tesis que también escribimos nosotros, la legalidad de esa convergencia, acciones e intereses. Hasta la fecha ninguna autoridad judicial, penal, electoral, civil o administrativa ha puesto en entredicho la legalidad de los procesos a los que recurrieron Fox, Salinas y otros.Mientras ninguna autoridad, a diferencia de quienes opinamos, considera que exista esa ilegalidad, y lo único que hubo fue coacción de intereses negativos contra el Peje. Habría que preguntarse por qué. El segundo aporte es la descripción que nos entrega Ahumada de la enorme corrupción de la política mexicana en todos sus componentes principales, PRI, PAN, PRD. Más PRD que PRI y PAN, es cierto, porque con estos güeyes le tocó arar. Si hubiera sido contratista en estados como Jalisco, Baja California o Guanajuato, es muy probable que las historias que contara fueran muy parecidas a las que cuenta a propósito del GDF. No hay quien se salve de esta descripción, e insisto, no tengo ningún motivo para poner en entredicho si acepto las demás verdades. Y por último, la narración que hace Ahumada, a pesar del carácter en ocasiones patético de su incomprensión e ingenuidad, y de su carácter reiterativo, y lagrimoso de los abusos, golpes, tortura, vejaciones a los que fue sujeto en la cárcel en Cuba y en México es absolutamente escalofriante. O Ahumada fue, como ha dicho Ciro Gómez Leyva, un preso político en La Habana y en el Reclusorio Norte. Fue tratado más o menos igual por Fidel Castro que por el Peje y Alejandro Encinas; ciertamente Ahumada dice que le fue peor en manos de los cubanos, pero lo que sucedió en la Ciudad de México es para horrorizar a cualquiera, e imaginarnos lo que hubiera sido del país si hubiera llegado el Peje a la Presidencia.

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