¿Qué hacer: el arte de lo posible?Jorge G. CastañedaJulio 30 de 2009Uno de estos días el presidente Calderón se verá obligado a decir qué decidió hacer con la segunda mitad de su sexenio. Puede hacerlo por omisión -callar- o buscar una ocasión propicia para anunciar cuál de las opciones -pocas e imperfectas- escogió. Desde el 5 de julio ha realizado filtraciones, insinuaciones y enviado globos de ensayo, pero por el momento sus intenciones son herméticas. Como debe ser, hasta que decida, o hasta que avise que no decidió.Entre las disyuntivas que se abren quisiera enfatizar una, que de alguna manera muchos la hemos descrito a lo largo del primer trienio, y que trataremos de desarrollar en entregas por venir. La bifurcación en el camino se perfila de manera sencilla. O bien Calderón concentra sus esfuerzos administrativos, políticos, retóricos e internacionales en la guerra contra el narco, y busca dentro de lo posible los acuerdos con el PRI que permitan gobernar sin mayores catástrofes, pero también sin mayores logros; o bien opta por una estrategia de audacia y con miras al 2012, que sin restarle importancia a su prioridad anticrimen, por default la colocaría en un ladrillo menos grueso. A esta segunda opción quisiera aportar un par de ideas.No me acuerdo de quién es el aforismo de que: la política es el arte de lo posible, ni tengo memoria de dónde viene la corrección: la política consiste en hacer posible lo que no parece serlo. Sí sé que comparto más la segunda que la primera: a veces la mejor política es buscar lo imposible en una coyuntura determinada, pero para lograr metas en una coyuntura futura. Creo que al país le traería muchos más beneficios la presentación de una agenda escueta pero visionaria -en gran medida irrealizable ahora, pero necesaria para el futuro- que otros tres años de gestión día a día, sin ambición o perspectiva.Esto, que a muchos les ha parecido patente desde el 2006, lo es más hoy en la medida en que el PRI va a apoyar menos a Calderón, y que los requerimientos de cambio en el país son cada vez más urgentes.El PRI va a ayudar menos porque no le conviene: quiere ganar en el 2012, y ya luego verá cómo le hace. No sé si el PRI pudiera parafrasear a Napoleón, pero igual le sirve la consigna. "On s’engage, puis on voit". Ya dijeron que no al IVA en alimentos y medicinas; ya parecen haber dicho que no a la reelección de legisladores y alcaldes; ya dijeron que no, por supuesto, a la inversión privada en Pemex; ya dijeron que sí al agandalle de los recursos federales de "Oportunidades, 70 y Más y Embarazo Saludable".De ahí la lógica del camino: que Calderón proponga al país las 4 o 5 grandes acciones que México necesita para que, cuando salgamos de la crisis -lo que no está en nuestras manos-, podamos crecer más y mejor, y así dedique los tres años que le quedan para hacer campaña a favor de ese programa.Debiera consistir, como se ha dicho en muchas otras páginas, en vigorosas acciones antimonopólicas (como me permití proponer en una serie de artículos en Reforma desde noviembre de 2006), en la creación de una red de protección social como la propuesta por Santiago Levy, y en las reformas institucionales más indispensables que muchísimos hemos sugerido. Es evidente que, salvo alguna excepción, ninguna de estas mutaciones es realizable en los tres años por venir; también se sabe que otras pueden realizarse sin aprobación del Congreso. Y sobre todo es probable que de concentrar su innegable talento didáctico y de polemista para sugerir y defender un programa ambicioso de esta naturaleza, Calderón puede ir creando las bases en la opinión pública para hacer de las elecciones del 2012 un referéndum sobre este programa, y ya no uno sobre la salida del PRI de Los Pinos (2000) o el peligro de AMLO para México (2006). Entonces, la política no sería el arte de lo posible ahora, sino de la defensa de lo deseable. Y sería el arte de transformar lo posible en factible en el 2012. No es un legado menor.