El experimento

Para donde voltees, el malestar mexicano llega al límite. Se nos están acabando los culpables y la enfermedad persiste. Otros países entraron al siglo con buen paso. Nosotros no: detrás de los cambios, todo sigue igual. Andamos lentos y perdidos. Estancados. Y ahora hay hasta quien habla de estallido y revolución. ¿Será nuestra clase política, nuestra cultura, nuestra ubicación, nuestra historia?Se hace tarde para replantear las cosas. Por eso da gusto que alguien ponga las cartas sobre la mesa, como una provocación, como una llamada a pensar y debatir. “Un futuro para México”, de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, no es sólo un artículo en Nexos, sino, a juzgar por lo que yo vi el jueves en Monterrey, un intento por empezar una nueva conversación mexicana, en distintos foros, ciudades y medios. Sobre todo, una conversación basada en otro punto de partida. Casi un experimento.Se trata de poner nuestros grandes supuestos sobre la mesa: ideas, preferencias, intereses, sentimientos, resistencias, fantasías, costumbres, fobias; y una vez teniéndolos enfrente, observarlos, darles la vuelta, platicarlos y decidir finalmente si los aceptamos como vigentes o los reconocemos como prejuicios que obstaculizan el futuro. Los autores invitan a revisar si somos presas de nuestra propia historia y lo que hemos heredado de ella.Sobre la mesa hay que poner, por ejemplo, nuestro sentimiento antigringo (mientras que nuestro comercio, nuestros intereses y nuestra población están en Estados Unidos) y la pregunta de si queremos ser o no parte de Norteamérica. Hay que poner nuestra fobia a la competencia y la idea de que la inversión privada es un despojo. La resistencia a romper los monopolios. La imagen de que pagamos muchos impuestos y de que son suficientes para tener un país viable. Hay que preguntarnos si no es el momento de tener un Estado fuerte para resolver con equidad las necesidades de alimento, salud y educación mediante un IVA de a de veras. Poner en cuestión la idea de que el sistema educativo, otro monopolio, enseña lo que necesitamos para la vida y preguntarnos qué deben enseñar los maestros (y aprender ellos primero).Hay que entrarle ahora. Si no conversamos sobre nuestros grandes prejuicios, 2012 sólo será otra vez un cambio de cara al frente de México. Perderemos otra oportunidad de llegar a un acuerdo sobre el futuro: ¿como cuál país queremos ser? Es hora de decidirlo, porque sí…

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