Calderón tiene tres años por delante. Tendrá que decidir si el tramo que falta terminará como esta mitad o si da un giro. Si regresa a sus promesas de campaña. Concretamente deberá decidir si mantendrá ls guerra contra el narco en los decíbeles promedio o si bajará el volumen para transitar por avenidas menos congestionadas. Un número cada vez mayor de mexicanos ve que la guerra, (en realidad es lucha o combate), no lleva a ningún lado. Pelear así contra el narco, es para quedar como en la película de Milos Forman, Atrapados sin Salida (Flew Over the Cukoo’s Nest). Eso pensaba hasta que leí el libro de Jorge Castañeda y Rubén Aguilar: El Narco la Guerra Fallida, sí puede haber salidas.Las alternativas que propone el libro son: (1) atacar los daños colaterales del narcotráfico, (2) reducir el daño de la drogadicción desde la perspectiva de la salud pública y no de la seguridad pública. (3) Actuar en Estados Unidos, en tanto se avanza en la despenalización global del consumo de ciertas drogas, que no se ve viable a mediano plazo, pero algún día hay que empezar. (4) Construir una policía nacional, como la tienen todos los países del mundo. No perder tiempo y dinero con las policías municipales y la mayoría de las estatales que son irredentas. Se requiere de un gran trabajo político con los gobernadores, pero no debe olvidarse que con dinero baila el perro. (5) Sellar el Istmo de Tehuantepec ante la imposibilidad de hacerlo en la frontera sur. Castañeda y Aguilar demuestran con datos globales, que la Guerra de Calderón está perdida. El tema es global y así tendrá que atenderse. Para empezar los datos indican que el consumo de drogas no es la amenaza que nos ha dicho el gobierno. De hecho México se encuentra muy por abajo en la tasa de incidencia en el consumo de mariguana y cocaína que países más desarrollados como Estados Unidos, Canadá y España. También muy por debajo de otros casi igualmente desarrollados como Chile o menos desarrollados como la Argentina, Uruguay y Bolivia. Lo mismo ocurre en la tasa de prevalencia en el consumo de cocaína y en otros muchos indicadores. Las fuentes son internacionales como la ONU, la OMS y la OEA, pero también de instituciones mexicanas tan serias como el Instituto Nacional de Psiquiatría, Dr. Ramón de la Fuente.Otra de las razones que justificaban la guerra es que el narco propicia violencia intolerable y por ello habría que atacarlo. Solamente que la violencia no disminuye, ha aumentado notablemente. Existe tal falta de estrategia que el gobierno ha trasmitido el mensaje de que la violencia, los asaltos, los secuestros, han aumentado porque “se va ganando” la guerra contra el narco. Nos han dicho que al verse perseguidos en sus actividades institucionales los narcos incursionan en otras actividades delictivas. Con ese criterio sería mejor perder de una vez la guerra y así regresar a la tranquilidad social.Los autores sostienen que la idea de lanzar una guerra frontal contra el narco derivó de la necesidad del gobierno de Calderón de legitimizarse después de un proceso electoral tan cuestionado. Si ese fue el motivo, si fue la política, la misma política puede y debe ser más importante ahora. Que la guerra contra el narco deje de ser la prioridad y nos pongamos todos a trabajar en las reformas que están pendientes. Imaginemos que hará el gobierno panista si en tres años, cuando concluya y tenga que entregar la estafeta probablemente a otro partido político, se encuentren como en la película de Jack Nicholson, Atrapados sin Salida. ¿Qué justificación van a tener si fallan como seguramente pasará? Hacer la reforma política es la mejor manera de encontrar la salida que salve al gobierno.