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Primer debate por el 2012

Como lo dijo acertadamente Milenio el día de ayer, la presentación del libro de Héctor Aguilar Camín y del que escribe, Un futuro para México, en San Ildefonso, fue el primer debate anticipado de tres aspirantes a "la primera magistratura del país": Beltrones, Creel y Navarrete. La presentación-pasarela de cada uno, las preguntas que los autores les dirigimos, el formato físico de la mesa y la organización del evento -intervenciones muy breves, un magnífico moderador y tomador de tiempo y la notable disciplina de los presentadores- hicieron del foro lo que se buscaba: un debate programático inscrito en la sucesión presidencial del 2012.Tal vez fue el formato o la personalidad de los precandidatos o la desfachatez de los autores, pero el diálogo permitió dilucidar tres verdades ya intuidas, pero no puestas del todo en evidencia. Si de algo sirvió el ejercicio fue precisamente para ello.La primera verdad es que existen importantes convergencias entre los tres aspirantes sobre temas medulares si se les formula la pregunta respectiva en términos precisos y sin escapatoria. Los tres coincidieron en la propuesta de Santiago Levy de crear un piso social mínimo para todos los mexicanos financiado por el fondo fiscal central, es decir, por un impuesto al consumo, es decir un IVA generalizado, sin exenciones y tan elevado como sea necesario para costear esa red social, y a condición de que se etiqueten claramente los recursos para ese fin. También coincidieron en la necesidad de suspender la retención automática de las cuotas sindicales de las organizaciones gremiales del Estado y dejar el pago de las mismas a la voluntad de cada trabajador, aunque señalaron que varios presidentes ya se han planteado esta meta y a la hora de llegar a la silla han reculado, dando a entender que quizás ellos harían los mismo. Sobre el referéndum para cambiar la Constitución y las candidaturas independientes, también los tres coincidieron.La segunda verdad es que sobre asuntos fundamentales los tres comentaristas del libro se encuentran confrontados. Navarrete claramente se opone a la reelección de diputados y senadores y a la segunda vuelta de la elección presidencial. Beltrones también se opone a la segunda vuelta, pero está de acuerdo con la reelección, pero no de presidentes municipales y aparentemente sólo a partir del 2015; y Creel está a favor de la segunda vuelta y de la reelección. Paradójicamente Navarrete pareció entender y compartir, incluso con entusiasmo, la idea de la integración preferente de México en América del Norte, a diferencia del folclore latinoamericano de Creel y Beltrones: el primero dejó sentir su leve tinte católico decimonónico y el segundo su corrección política priista tradicional.Todo esto significa que Calderón y Gómez Mont, si se lo proponen, pueden construir mayorías ad hoc reforma por reforma, al menos en el Senado, aunque no siempre van a ser las mismas pero que pueden ser eficaces. No es poca cosa.Y la tercera verdad: los tres son "outliers": se distinguen de sus pares (de los demás dirigentes y candidatos de sus partidos) por sus posiciones; y podría uno agregar por su audacia y disposición a correr riesgos. Dudo que muchos dirigentes del PRD compartan las definiciones de Navarrete; sé que pocos precandidatos del PAN se sienten afines a las de Creel; y me consta que en materia fiscal, institucional y energética Beltrones no arrastra consigo a una tropa priista muy nutrida. Pero al mismo tiempo es evidente que la única posibilidad que tienen estos tres candidatos a la Presidencia para lograr su cometido es justamente como "outliers": primero, deslindarse de sus rivales al asumir una postura programática; segundo, al comprometerse con posturas iconoclastas dentro de sus partidos; y, tercero, llevando el debate a la plaza pública lo más temprano posible. Los tres tuvieron la generosidad de confiar en Aguilar Camín y en un servidor; creo que dicha confianza no fue traicionada. www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com

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