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La magia de la ley

Las grabaciones de conversaciones indiscretas y folclóricas de Fidel Herrera, Ulises Ruiz y otros, así como las posibles revelaciones sobre candidatos en Sinaloa, son parte, de lo que Ciro Gómez ha llamado la democracia sucia o guerra sucia. Lo que no está claro es si hay otro tipo de guerra en la política. Quizás lo normal es lo que está sucediendo; lo anormal sería lo que nuestras abigarradas y aberrantes leyes electorales definen como lo que debe suceder.Me parece absolutamente lógico que gobernadores de los tres partidos en cada estado hagan todo lo posible, dentro de la ley, para hacer ganar a los candidatos de su partido. Me parece perfectamente lógico que el presidente de la República haga lo mismo con los aspirantes de su organización política a las diversas gubernaturas, y a favor de su candidato a la Presidencia. Reforma ayer comentaba cómo Mario Delgado, el inteligente secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, ya está en campaña: ¿alguien puede creer realmente que Ebrard no va a apoyarlo con todo en el 2012? ¿Alguien puede dudar de la absoluta entrega de Enrique Peña Nieto, de su poder y su gloria, a la campaña del candidato a sucederlo en el estado de México? ¿Alguien cree que era incluso remotamente imaginable un comportamiento diferente de López Obrador con Ebrard; o de Fidel Herrera, o de Vicente Fox o de Felipe Calderón?Insisto: dentro de la ley. Pero el problema es la ley. Una cosa es desviar recursos del presupuesto a la campaña de un candidato; otra cosa es utilizar los recursos públicos, tal y como están etiquetados, para beneficiar a tal o cual candidato en tal o cual estado, en una u otra coyuntura. Pensar que la ley pueda definir qué es un acto de gobierno que beneficia a un candidato y qué es un acto de peculado o de desviación de recursos requiere de la reverencia muy mexicana y por la ley: lo que Sánchez Susarrey llama el "legalismo mágico".Si persistiera alguna duda al respecto, ofrezco un ejemplo de la dificultad de establecer ese deslinde. Coméntase en círculos brasileños que a principios de abril cuando Peña Nieto, después de una escala en el davosito de Cartagena, realizó una visita a Sao Paulo y a Brasilia, se preveía un encuentro con Lula. La foto le hubiera servido para darle credenciales en materia internacional, credenciales aún poco consolidadas. Coméntase que Presidencia en México y la Cancillería intervinieron ante Itamaraty (la Cancillería brasileña) para que el encuentro no tuviera lugar. Y no tuvo lugar.Por mi parte repruebo este tipo de conducta. Me parece que los líderes de oposición de otros países que visitan al nuestro deben ser recibidos por el Presidente, cuando su trayectoria y estatura lo justifican; y no me parece que las autoridades mexicanas lleven sus pleitos a otras naciones. Pero dudo que se pueda elaborar una ley para impedirlo; además, no hay manera de sustanciar esta versión ya que las cancillerías mexicana y brasileña obviamente la negarían. Ciertamente, fuentes cercanas a Peña Nieto me la han confirmado, aunque aclaran que la "razón oficial" fueron las lluvias y deslaves en Río de Janeiro en esos días.P.S. En estos días se me atribuyen declaraciones pidiendo un Plan Colombia para México -incluyendo asesores norteamericanos- en la guerra contra el narco. Para no variar, las versiones de prensa distorsionan las cosas. Estoy contra de la guerra del narco desde el inicio del sexenio. Por tanto, estoy en contra de cualquier alianza y las modalidades específicas de esas posibles alianzas. Sí creo, y lo he dicho y escrito en múltiples ocasiones, que quienes sí están a favor de dicha guerra deben ser congruentes. Esta guerra sin apoyo externo, en mi opinión, en la de Calderón y en la de Obama, no es ganable sin cooperación internacional. Lo que en el caso de México significa apoyo de Estados Unidos. Qui veut les fins, veut les moyens: si quieren ganar necesitan un Plan Colombia para México. Si no lo quieren, entonces no van a ganar.www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com

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