¡Basta de historias!

Hay libros de académicos que si fueran leídos aportarían muchísimo a sus lectores, pero no lo son porque suelen ser difíciles de leer; y hay libros de periodistas redactados con agilidad que se leen en pocas horas, pero cuya superficialidad los vuelve intrascendentes. De vez en cuando aparecen libros de académicos tan bien escritos que impactan -los de Fergusson y Judt vienen a la mente-; o de periodistas con sustancia -como los de Diamond o el nuevo de Riding sobre la cultura parisina bajo el nazismo-, libros a la vez legibles y trascendentes. El nuevo de Andrés Oppenheimer, ¡Basta de historias!, es uno de ésos. Tiene varias virtudes pero sólo reseñaré algunas.La primera, obviamente, es escoger sólo uno de los desafíos de América Latina en lugar de hablar de todo al mismo tiempo: la educación. Oppenheimer la considera, como muchos, no sólo el talón de Aquiles de la región, sino la clave de su porvenir. Acierta en seleccionar la educación, aunque siempre podrá uno preguntarse si detrás del rezago educativo no hay otros dilemas y obstáculos. Otro acierto es el enfoque comparativo. Dedica el primer y último capítulos a tesis generales, pero los otros 11 a casos específicos: de éxitos educativos (Finlandia, Singapur, la India, China, Israel); o de países latinoamericanos variopintos (Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Perú, México, Venezuela y Colombia). De este modo hay a la vez ejemplos de éxito relativo como Chile y Uruguay; y otros de fracaso, no tan relativo, como Brasil, Venezuela y México. Este enfoque permite mostrar casos concretos del rezago, pero también cómo superarlo.El autor nos recuerda verdades ya conocidas a propósito de la educación latinoamericana en general, y de la mexicana en particular. Retoma las tesis de Gladwell en Outliers sobre la brevedad del año escolar de nuestros países: 155 días en Uruguay, 180 en Argentina, 190 en Chile, 200 en Brasil y México; vs. 243 días en Japón y 220 en Corea del Sur. Vuelve a mencionar la aberración mexicana de que cada año egresen de la UNAM 188 licenciados en historia, 59 en ciencias de la computación y 49 en ingeniería petrolera. Reafirma que, por extrañas razones, latinoamericanos en general y mexicanos en particular se sienten satisfechos con la educación pública que reciben. Doy un dato increíble, pero hasta donde pudimos comprobarlo cierto: en las pruebas internacionales de PISA, calificadas sobre 800 puntos, en la India anualmente 250 mil estudiantes superan los 650 puntos y en Corea otros 250 mil; en México sólo 4 mil 500. Es decir, en México llegan a los niveles de excelencia de PISA 60 veces menos jóvenes que en la India y que en Corea del Sur, siendo que la India tiene 10 veces más habitantes, y un PIB ligeramente mayor, y Corea del Sur un PIB similar al de México, pero la mitad de sus habitantes.Oppenheimer propone 12 claves del progreso que no puedo resumir, me quedo con cuatro. Una, evidente pero que no sobra subrayar, es ver lo que hacen otros cuando lo hacen bien. Otra, más original e ingeniosa, es entender que la disyuntiva entre educación pública y privada es falsa, y que se resuelve con grandes coaliciones de la sociedad civil, empresariales, mediáticas, etcétera, que presionen al gobierno para mejorar la educación. Otra más, reducir en términos relativos los presupuestos de educación superior para concentrarlos en preescolar y primaria, pero no castigando a las universidades, sino exigiéndoles que salgan a ganar dinero vendiendo sus productos y servicios. Finalmente, quizás la más importante, darle mayor estatus social a los maestros, que incluye un buen salario pero no sólo. Se trata de cerrar la brecha entre lo que ganen los maestros y los demás y valorar el trabajo único que realizan. Como lo ha dicho Héctor Aguilar Camín en nuestras reuniones con las secciones del SNTE en muchas partes del país, la gente entra al magisterio por vocación. Hay que engrandecer esta vocación y agradecerle a Oppenheimer este espléndido texto. www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com

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