Otra vez el futuro

“Regreso al futuro”, el nuevo ensayo de Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín (Nexos, diciembre) es alcance y continuación de su trabajo Un futuro para México que originalmente publicó la revista y luego se hizo libro. El argumento central es que México es un país mejor del que imaginan y aceptan la mayoría de los mexicanos y también los medios de comunicación. Ofrecen abundantes datos para avalar su afirmación. Sostienen, comparto su visión, que los mexicanos guardan en su cabeza un archivo de lo que es el país, pero que no lo han actualizado y por lo mismo no registran los cambios notables ocurridos en los últimos 15 años. Los autores no minimizan o esconden los problemas del país, entre ellos la violencia, sino que los ponen en contexto y comparan con otras épocas de México y otras realidades mundiales afines al país, como Brasil, Argentina o Chile.El nuevo ensayo pretende responder a las preguntas que les planteó su recorrido por 25 ciudades del país, presentando su trabajo anterior, y de las discusiones que tuvieron ahí con empresarios, políticos, académicos, periodistas, maestros, estudiantes y ciudadanos de todo tipo. Afirman que la frontera norte “es quizá el nuevo centro de gravitación de México” y es hacia allá donde van las mercancías, las personas, pero también muchos de los problemas del nuevo México.La argumentación de Aguilar y Castañeda es “políticamente incorrecta” y va en contra de las visiones “tremendista” de políticos, académicos, medios y editorialistas que se “gozan” en presentar un México fracasado que no tiene remedio. No es el que ven los autores. En la primera parte del ensayo, “Tamaño y proporciones”, ofrecen números y estadísticas que contradicen las visiones instaladas en el “archivo” no actualizado. Un solo dato: De 1999 al 2008 la desigualdad medida con el coeficiente de Gini, México la disminuyó en 5%, Brasil en 3% y Chile en 1 por ciento.En ese mismo apartado plantean la evidente configuración de un país de regiones con una enorme y rica pluralidad. Abordan también el problema de la violencia, pero señalando la diferencia que existe entre las distintas regiones del país e incluso al interior de las mismas. Resulta original su apreciación del nuevo federalismo, de la inversión pública con recursos federales y la prosperidad de los estados, pero que no se acompaña con un sólido mecanismo de transparencia y rendición de cuentas que sin duda propicia la corrupción. La segunda parte, “Agenda pendiente”, ofrece temas no contemplados en el primer ensayo o que requerían mayor precisión: Corrupción y rendición de cuentas; la obligación educativa; el desafío de la seguridad; el peso del pasado, y la posibilidad del cambio. Se puede estar o no de acuerdo con Aguilar y Castañeda, pero es un texto que debe leerse.

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