Sobre la segunda vuelta

Existe una remota pero real posibilidad de que en las próximas semanas prospere una reforma político-electoral que le permita al país contar con instituciones sólidas y modernas para enfrentar los retos que vienen. Entre el presidente Calderón, Manlio Fabio Beltrones, Pedro Joaquín Coldwell, Gustavo Madero y Santiago Creel se ha ido construyendo un paquete equilibrado, ambicioso y viable de reformas que sean, por lo menos, aprobables en el Senado y en su caso en la Cámara de Diputados. El paquete es sencillo y ha sido descrito por muchos estudiosos: del lado Calderón la reelección de diputados y senadores, el referéndum para cambiar la Constitución, las candidaturas independientes y alguna modalidad de aprobación expedita de iniciativas de ley. Del lado Beltrones y compañía la ratificación individual de parte del gabinete -no todos los secretarios y no todos juntos-, la autonomía y transexenalidad de los órganos reguladores -CNBV, CRE, Cofetel, Cofeco- y algún tipo de ajuste a la figura de los legisladores plurinominales.El asunto está atorado en dos temas. Por un lado, se murmura que Presidencia no se resigna a excluir la segunda vuelta en la contienda presidencial, que sería el instrumento privilegiado para crear en los hechos la alianza PAN-PRD en 2012 y que impediría el regreso del PRI a Los Pinos. Por otro lado, es evidente que hay resistencias en la bancada del PRI -más entre diputados que entre senadores- debido a la supuesta oposición de Peña Nieto a la reelección, el referéndum y las candidaturas independientes. Según esta versión, no del todo cierta, Peña Nieto se opondría a estos cambios por ser contrarios a sus convicciones y conveniencia. No estoy seguro de que sea tan inamovible la posición de Peña. Sobre la de Calderón, puede haber confusiones conceptuales y soluciones intermedias.La segunda vuelta es a la vez ley y práctica electoral. Puede quedar inscrita en la legislación de forma simple: si ningún candidato obtiene 50% más uno de los votos, se produce una segunda elección y sólo participan los dos candidatos con mayor votación (caso francés, portugués, chileno, colombiano, brasileño, venezolano y otros). O es algo que se da en los hechos a través del recurso de voto útil o estratégico. Es lo que sucedió en 2000 cuando Fox procuró activamente arrebatarle una parte del electorado a Cárdenas, y lo logró: entre 2 y 3 millones de sus votos se fueron al PAN. El resultado fue el mismo que hubiera generado una segunda vuelta formal: votantes de Cárdenas habrían optado por Fox en lugar de Labastida. El temor atribuido a Peña, que PAN y PRD le echen montón en una segunda vuelta, ya sucedió, al menos en el 2000.Un tercer mecanismo es la segunda vuelta formal pero con jiribilla, a la norteamericana con el Colegio electoral, o a la argentina o nicaragüense. En estos dos países, por razones amañadas pero no menos eficaces, se establecieron dos criterios de segunda vuelta: un umbral mínimo de votos por debajo del cual no se es electo (Argentina 40% y Nicaragua 45%) y una distancia mínima entre el primer y segundo lugar de 10 puntos. De hacerse esto en México, si Peña obtuviera 40% del voto y el PAN 30% como lo indican las encuestas, no habría segunda vuelta ya que se cumplirán los dos requisitos híbridos: porcentaje mínimo de 40% y margen mínimo de diferencia de 10. En caso de no darse esta configuración -por ejemplo, que los votos del tercer lugar (el PRD) se hubieran ya desplazado hacia el PAN- habría otra votación y efectivamente la podría perder el PRI. Pero eso sería producto del escurrimiento del voto útil perredista hacia el PAN, que habría sucedido con o sin segunda vuelta.Esta solución intermedia puede cuadrar el círculo. Y si no lo lograra, aún así los adversarios de la reforma posible en lugar de la reforma deseable creemos que no habría que perder la reforma en su conjunto por la no inclusión de la segunda vuelta. Démonos por bien servidos con lo demás: es bueno y mucho. jorgegcastaneda@gmail.com

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