Para mis lectores no será sorpresa que reafirme mi desacuerdo con la guerra contra del presidente Calderón. Pero tal vez sí les extrañe que, como lo he hecho en ocasiones anteriores, manifieste mi completo acuerdo con la que entiendo es su postura sobre el 2012 y mi total discrepancia con colegas y políticos que han inventado una figura inexistente en el mundo político de hoy.A algún genio se le ocurrió construir la distinción entre jefe de Estado y jefe de Gobierno para denunciar a Calderón por ser "Jefe de Gobierno y no estar a la altura de lo que debiera ser un Jefe de Estado". La crítica estriba en la actitud en torno a las elecciones en el PAN y las constitucionales: suponen estos nuevos Montesquieux que los jefes de Estado no se meten en política y sólo se dedican a asuntos… de Estado, mientras los jefes de Gobierno son partidistas. El problema es que ese deslinde, sólo propio de los regímenes parlamentarios y de algunos híbridos, no existe en los presidenciables como el nuestro, el de toda América Latina y el de Estados Unidos (al cual todos copiaron).En las democracias hay tres tipos de regímenes. El parlamentario, donde el jefe de Gobierno es jefe de la mayoría parlamentaria que lleva los asuntos de la nación, y donde el jefe de Estado es un monarca o una figura simbólica, nunca electo por el sufragio universal y que tiene por función ser eso: un figura que no se involucra en política, ni en administración, ni en las relaciones internacionales. El caso típico es la monarquía inglesa, pero se pueden mencionar países con jefes de Estado electos de alguna manera como Italia o Alemania.Luego existen, desde la Constitución norteamericana, los regímenes presidenciales donde jefe de Estado y de Gobierno es uno, pues no existe parlamento sino separación de poderes entre Ejecutivo y Legislativo. La misma persona tiene dos funciones: ser figura simbólica de unidad nacional, de representación internacional y comandante de las Fuerzas Armadas; a la vez de jefe de su partido, de la mayoría política en el Congreso y quien conduce la administración. Éste es el esquema adoptado en Latinoamérica: todos los jefes de Estado son jefes de Gobierno, todos jefes de su partido; la gran mayoría puede buscar la reelección al menos una vez (Menem, Lula, Uribe, Correa, Chávez, Morales, etcétera). Todos se meten de lleno en su propia campaña de reelección o en la del sucesor designado (Lula con Rousseff o Uribe con Santos).En tercer lugar, a partir de la 5a. República francesa, está el régimen híbrido con un presidente jefe de Estado electo por sufragio universal, y un jefe de Gobierno nombrado por el Presidente o electo por la mayoría parlamentaria (Francia, Portugal y otros). Pero el esquema híbrido es también hipócrita: a nadie se le hubiera ocurrido pedirle a De Gaulle o a Mitterrand que se abstuvieran de hacer política.Calderón es jefe de Estado y de Gobierno, no sólo porque ése es el régimen que tenemos, sino porque es la tradición que tenemos (desde Juárez o antes). Los presidentes en México han actuado como jefes de Estado y de Gobierno, algunos en democracia -los menos- y muchos bajo el autoritarismo porfirista o priista -los más. Pedirle a Calderón que se escinda en dos y que entierre su ser jefe de Gobierno para ser únicamente jefe de Estado es un absurdo. Alegar que eso dicen las leyes es más absurdo todavía, pues si las leyes electorales lo pidieran sólo evocan la idiotez mexicana: leyes inaplicables y por ello sistemáticamente violadas. Calderón tiene la razón de hacer lo que esté a su alcance, como Fox y Zedillo, para que gane su candidato en 2012. Los que quieran votar por ese candidato lo harán y los que no, no. Pensar que se pueda abstraer es una fantasía. Hace bien Calderón en meterse y hacen mal los que quieren engañar diciendo que hay países o momentos donde un jefe de Estado/Gobierno no se mete. Otra cosa es que le salga bien la jugada dentro de la ley.jorgegcastaneda@gmail.com@JorgeGCastaneda