En días recientes Héctor Aguilar Camín ha comentado el artículo del NYT, de Damien Cave, sobre la migración mexicana a Estados Unidos, que es más que digno de reseñarse. La tesis central es que entre una reducción del número de mexicanos que se van y un aumento del número de mexicanos que regresan de EU, prácticamente las salidas netas se han vuelto nulas. Estoy de acuerdo con el presidente Calderón en el sentido de que es una exageración, pero que sí describe una tendencia importante.Digo que tal vez sea una exageración a pesar de que el artículo cita a quien considero el mayor experto norteamericano en la materia, Douglas Massey, de la U. de Princeton, en el sentido de que así está sucediendo. Sí me parece que ha bajado el número de personas que se van, quizás no como dice el NYT -de 525 mil al año a mediados de la década pasada a apenas 100 mil ahora; pero no creo que haya aumentado el número de personas que vuelven a México de manera definitiva. Por lo que escucho en Estados Unidos, lo que veo en otras fuentes y lo que me late sí es muy probable que la emigración de México a EU disminuyó, que el retorno no aumentó y que las partidas netas se ubiquen entre 350 y 200 mil al año. Lo sabremos con más precisión cuando tengamos los datos definitivos del envío de remesas del 2011, aunque el dato de 2010 ya es revelador 15% menos que 2008, pero igual a 2009. Más aún me parece que apenas se recupere la industria de la construcción norteamericana -si es que sucede- se incrementará la demanda de mano de obra y subirá el número de mexicanos en pos del sueño americano. También me parece que cuando pase la histeria antimexicana en Estados Unidos, sobre todo en zonas como Arizona, Georgia, Colorado, los mexicanos sin papeles en ese país volverán a declarar con menos temor su situación migratoria para ser contados por el censo norteamericano o las empresas encuestadoras.Pero más allá de estos matices, lo importante del artículo del NYT y de los comentarios de Aguilar Camín es que efectivamente ha sucedido lo que se dijo a las máximas autoridades norteamericanas desde principios de 2001. Todo el tema del acuerdo migratorio ("la enchilada completa") se refería a lo que desde entonces llamamos "un puente". Es decir, sabíamos y así se dijo, de manera muy clara, que para el 2010 o 2015, aún con un crecimiento mexicano mediocre, el universo de migrantes potenciales seguiría achicándose por razones de edad; de convergencia, aunque fuera mínima, de los salarios; y por las oportunidades de empleo en México (ver cable de Colin Powell a David Davidow, del 1o. de febrero de 2001 obtenido a través de FOIA con clave A89; y mi libro ExMex). Incluso afirmamos, dejándolos un poco estupefactos, que para 2015 serían ellos quienes suplicarían enviáramos más gente porque iban a necesitar mucha más que la que llegaría espontáneamente. Estábamos convencidos -gracias a escuchar las sabias opiniones de expertos como Rodolfo Tuirán, Jorge Bustamante y muchos más- que esto iba a suceder.Claro, ni ellos ni nosotros pensábamos que el tiempo iba a pasar. El hecho es que más allá de los detalles y de las variaciones coyunturales que no se pueden descartar ni menospreciar, el número de mexicanos dispuestos a irse a Estados Unidos a ganar más, pero con un diferencial menor que antes, a pagarle más al pollero -aunque todavía sea buena inversión- y a correr riesgos severos, aunque manejables, va a ir disminuyendo.Mientras siga creciendo la clase media mexicana, y cada vez más mexicanos de los deciles de menores ingresos vayan entrando a deciles de ingresos superiores, menos va a crecer el universo migratorio. Si además se mantienen deprimidos los salarios en Estados Unidos, y las industrias empleadoras de mano de obra poco calificada sigan deprimidas, menos mexicanos se irán. Qué bueno que Douglas Massey, Héctor Aguilar Camín, el New York Times y Felipe Calderón lo digan, y qué bueno que algunos lo dijimos hace 10 años. @JorgeGCastaneda