Muchos hemos insistido desde hace tiempo (en mi caso 7 años) en la necesidad de crear una policía nacional única. El propio presidente Calderón fue partidario durante su campaña, se resignó ante lo que Carlos Puig le atribuyó como la “imposibilidad política” de realizarlo, ha tratado por lo menos de suprimir las policías municipales e incorporarlas a 32 policías estatales. La razón que se invoca es la necesidad del mando único vertical. Pero entre las enseñanzas adicionales que hemos podido recoger de un par de estancias en Colombia en las últimas semanas figura también la necesidad del mando único horizontal, al que Héctor Aguilar Camín y yo nos referimos en “Regreso al futuro” a principio de este año, y sobre el cual volveremos en un nuevo texto. Por lo pronto quisiera adelantar algunas de las razones por las que nos parece que posibilidad de un mando único horizontal en México estriba en el nombramiento en un secretario de la Defensa civil, que en realidad sería de las tres armas. Si paralelamente a ese secretario de la Defensa civil se crea un ministerio de las Fuerzas Armadas que integrara, sin fundirlas, al Ejército, Marina y Fuerza Aérea, se empezaría a resolver otra parte del problema: la incorporación plena de las fuerzas armadas a la dinámica civil del país; no como una forma de acotar sus funciones, sino para armonizar y proteger institucionalmente su acción en las tareas de seguridad, mediante una delegación presidencial constitucional y equilibrada. Es el único mando horizontal posible en el seno de las fuerzas armadas, ya que actualmente el único es el propio Presidente, y obvio él tiene muchas cosas que hacer; y es la única manera de evitar conflictos y rivalidades entre dos o tres armas, que, como lo entendió demasiado tarde el ex Embajador de EU Carlos Pascual, son rivalidades intensas y por divulgarlas perdió su chamba.El mando civil se ha extendido por casi toda América Latina en el último par de decenios, sin hablar por supuesto de los países ricos donde hace años que no hay un ministro de la defensa militar. Le conviene a las fuerzas armadas, pues se crea un “fusible” entre ellas y el comandante en jefe que puede ser sustituido, o simplemente olvidado si hace mal su trabajo; y si lo hace bien, un amigo de las fuerzas armadas tendrá proyección nacional y estas se benefician de su aura. Le conviene al Presidente, porque puede discrepar del jefe de las fuerzas armadas, sin pelearse con los militares. Le conviene al Congreso que puede convocar y en su caso, criticar abiertamente al responsable de las fuerzas armadas sin antagonizar con los militares, y sobre todo le conviene a la sociedad porque poco a poco empezaría a producirse un reencuentro de los militares y los civiles, en la cima, pero también en las calles, en los cines, en los restaurantes, en los barrios residenciales, en los parques. Claro, nombrar a un civil es solo un paso: tendría que seguir la colocación de civiles en los puestos no militares: compras, administración, etc. Esta opción se discutió durante el periodo de formación del gabinete de Fox en el año 2000, pero él decidió que no podía abrir demasiados frentes al mismo tiempo; quizá fue otra oportunidad perdida más de aquel interregno que tanto prometía. No cabe duda que no será fácil encontrar los cuadros idóneos para desempeñar una función que nunca ha estado en manos de civiles, y cuya curva de aprendizaje será larga y empinada. Pero sin hacerlo, además de otras reformas como mayor gasto en policía y fuerzas armadas, la policía nacional única, la unificación de los códigos penales en un solo Código Penal Federal y la creación del Ministerio del Interior que dirija al aparato de seguridad, no habrá, ni fin de la guerra del narco, ni triunfo, ni seguridad en el país. Esperemos que el cambio de mando presidencial el 1º. de diciembre de 2012 también implique el cambio de mando en la Secretaria de la Defensa: de un militar a un civil.