Verdadero cambio: legalizar

El pasado 8 de abril, los expresidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo publicaron un nuevo artículo sobre el tema de las drogas en América Latina. En el mismo tenor que sus pronunciamientos anteriores, pero con mayor precisión y de manera más explícita, reiteran que "cuarenta años de inmensos esfuerzos no lograron reducir ni la producción ni el consumo de drogas ilícitas […] frente a la ineficacia y las consecuencias desastrosas de la guerra contra las drogas [reconocido] el fracaso de la estrategia prohibicionista y la urgencia de abrir un debate sobre políticas alternativas".Hablan ya de regular la mariguana como el alcohol y el tabaco. Felicitan a los presidentes de Guatemala, Colombia y Costa Rica por empezar a proponer opciones y hablan de las experiencias recientes: "Europa en materia de salud pública y reducción de daños; experimentos médicos de algunos estados de Estados Unidos con usos medicinales de la marihuana; la movilización de los sectores empresariales y de la comunidad científica, y la expectativa de los jóvenes…".Junto con posiciones igual o más explícitas de otros ex mandatarios como Fox, intelectuales como Fuentes y Vargas Llosa, se suman un número creciente de voces, encabezadas por los presidentes Juan Manuel Santos, Otto Pérez y Laura Chinchilla, de que esto no funciona.En el caso estrictamente mexicano un grupo de empresarios y académicos de Monterrey ha adoptado definiciones muy claras, así como México Unido Contra la Delincuencia que organizó un foro de gran repercusión sobre este tema a mediados de febrero. Pero la consecuencia más importante es que empieza a cambiar el discurso de los políticos en activo, quisiera referirme a los casos más importantes: Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto. Hace un par de días JVM anunció que tendría una nueva estrategia para la lucha contra la delincuencia. Dijo, hasta donde entendí, que manteniendo al Ejército en las calles y sin pactar con el narco concentraría los recursos y esfuerzos en combatir la violencia que afecta a la gente, en particular secuestro, extorsión, asalto en vía pública y en domicilio. Esto es un cambio tácito a la estrategia de Calderón que concentró recursos y prioridades en el combate al narco sin importar el costo.En un mundo ideal de recursos ilimitados es factible combatir tanto al narco como a los delitos que afectan a la sociedad; incluso en algunos casos pueden ser los mismos individuos quienes hacen ambas cosas. Pero ante los recursos limitados de México esto no es posible. Decir, como hace JVM, que va a concentrar los recursos en combatir la delincuencia que afecta a la gente, aunque ella no lo vea o entienda así, implica desconcentrar los recursos de la guerra contra el narco. Desconcentrar los recursos de la guerra contra el narco significa "dejar pasar la droga" a Estados Unidos. Y si no se legaliza es fomentar la cultura de la ilegalidad e impunidad; como nadie quiere hacer eso llegamos a la recomendación de los expresidentes: cambiar la ley y adaptarla a la realidad.Peña Nieto en su libro, sus artículos en El Universal y en su breve ensayo publicado en Reforma ha dicho lo mismo: va a concentrar el esfuerzo en combatir los delitos, homicidios, extorsión, secuestro que afectan a la gente.Es lo mismo que varios hemos dicho desde hace 5 años: el que escribe, Rubén Aguilar, Héctor Aguilar Camín, la revista Nexos, MUCD y muchos otros. Pero hacerlo en un contexto de escasez de recursos significa concentrar a las fuerzas del Estado en proteger a la ciudadanía o en combatir al narco. Pensar que se pueden hacer ambas cosas es una ingenuidad o peor, una tontería. Qué bueno que Vázquez Mota y Peña Nieto hayan dado un paso, consciente o inconsciente, incipiente o de gran alcance, retórico o sustantivo que nos aleja de la hecatombe de Calderón.

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