Anti-semitismo

A partir de mañana estaré de vacaciones en Twitter, lo cual significa que sólo subiré artículos, entrevistas etc., pero no comentarios propios o retweets de otros. En particular desistiré hasta principios de septiembre de re-enviar a mis seguidores los tweets anti-semitas de los pejezombis, anónimos o con nombre y apellido. Volveré a hacerlo más adelante si persisten, pero entretanto quisiera ofrecer una breve explicación de las razones que me llevaron a difundir con el mayor vigor posible todos los insultos anti-semitas subidos a mi time-line desde el mes de mayo.Muchos me han preguntado para qué darle mayor difusión y espacio a gente de esta calaña, y al discurso del odio que esgrimen. Comprendo la postura, sobre todo de muchos integrantes de la comunidad judía en México, y también de muchos usuarios de las redes sociales judíos y goyim, que prefieren pasar en silencio ejemplos de comunicación y ofensas de este tipo. Es un debate serio, que se da en muchos países democráticos, algunos de los cuales han prohibido el discurso del odio y la negación del holocausto, por ejemplo, y otros donde se le otorga una mayor jerarquía a la libertad de expresión, aunque sólo fuera para improperios; entre quienes piensan que lo mejor es no darle publicidad a gente marginal sin seguidores, lectores o discípulos, y otros que consideran que cada expresión pública (o privada, por cierto) de anti-semitismo o racismo debe ser inmediatamente publicitada y denunciada.Yo comparto la tesis de la prohibición del discurso del odio, y de la denuncia constante, omnipresente, de la más mínima manifestación de estas posturas. Prefiero mil veces hacer crecer el número de seguidores de los anti-semitas en México, que contribuir a que hagan su trabajo en las sombras, protegidos por el "no hagas olas". Pero como no estoy dispuesto, yo solo, como una cruzada personal, a llevar esta discusión a la plaza pública (radio, impresos, tv) o a los tribunales, la vía a mi alcance son las mismas redes sociales donde aparece el anti-semitismo, y en particular mis seguidores en dichas redes, que por supuesto no son todos adeptos míos, y entre los cuales aparecen algunos de los pejezombis en cuestión.Considero además que el exhibir a los anti-semitas en el seno de las corrientes políticas mexicanas (en las tres principales en general, y en las redes sociales dentro de la izquierda, en esta coyuntura en particular), puedo contribuir a colocar a mis amigos de izquierda en una situación incómoda pero en mi opinión necesaria: o bien deslindarse del anti-semitismo en las redes, o bien avalarlo con su silencio. Con algunos colegas estudiamos actualmente la posibilidad de proceder legalmente, y también de hacer del conocimiento de las empresas o instituciones donde dicen trabajar las principales figuras anti-semitas el tipo de comentarios que suben a las redes. A dichas empresas o instituciones les corresponderá actuar en consecuencia…o no. Para mí, silencio es sinónimo de complicidad; la denuncia es antídoto al "yo no sabía", "me hubieras dicho", "lástima que no se supo a tiempo". Ya sabes, ya te dije, fue a tiempo.

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