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Jorge G. Castañeda: “Felipe Calderón no ha detenido a un solo político por complicidad con el narcotráfico”

El intelectual mexicano Jorge G. Castañeda se autodefine como un hombre de izquierda, aunque advierte que “si ser de izquierda en América Latina es ser incondicional de la dictadura castrista, no lo soy”. Con una larga trayectoria profesional que incluye la experiencia de ser canciller de su país, Castañeda, de 59 años, plantea que, aunque no se puede considerar una panacea, legalizar las drogas podría llevar a un descenso de sus precios y provocar una disminución en los recursos que manejan los carteles de la región, lo cual reduciría la criminalidad asociada a este delito.¿Cuáles son sus vínculos con República Dominicana, a qué viene?Estas últimas veces que he venido, ya desde hace como dos años, vengo a actividades de discusión académicas y políticas con Funglode o el presidente Fernández, o bien, en esta ocasión y en casi todas también, al Consejo de Administración de Aerodom, una empresa que administra algunos de los principales aeropuertos de República Dominicana, empezando por Las Américas, aquí en Santo Domingo.En términos políticos y mirando América Latina, ¿seguirá el presidente Hugo Chávez dirigiendo Venezuela en un nuevo período, pese a su enfermedad?Ante el éxito de Chávez de convertir su enfermedad en un secreto de Estado, al igual que en Cuba, que nos dice mucho sobre cuánto se empiezan a parecer Cuba y Venezuela, todo es especulación. No sabemos qué tiene. No sabemos cuál es el pronóstico y no sabemos bajo qué condiciones de todo tipo está haciendo su campaña y bajo qué condiciones gobernará, si es que gana. Entonces, es muy difícil especular en esas condiciones.Pero, ¿tendrá éxito político?Bueno, todo indica que va, digamos, delante en las encuestas, no por un margen tan grande como se hubiera podido suponer, pero va delante. Es muy probable que pueda ganar.En República Dominicana, el PLD tiene mucho poder y la oposición cuestiona que el presidente Leonel Fernández acumule tanta influencia en los distintos poderes del Estado, y que su partido siga en el gobierno con Danilo Medina. ¿Qué piensa de que un partido controle todos los poderes políticos, como sucede aquí?Como principio general no es necesariamente bueno, pero depende de la coyuntura de cada país. Y depende también de qué manera se logra eso. República Dominicana ya tiene un largo historial de elecciones consecutivas, estables, no discutidas, no cuestionadas. Tiene un historial ya de una serie de líderes democráticos.¿La violencia en México terminaría con la legalización de las drogas?No. Yo creo que no hay que hacer de la legalización de las drogas una panacea. Esta es una de las discusiones que hemos tenido varias veces ya con el presidente Fernández y él tiene una posición muy honesta, muy transparente, muy contraria a la legalización, y muy partidaria de un combate eficaz y constante contra el crimen organizado. Yo no comparto esa posición, en primer lugar, porque creo con mucha gente, cada día más gente, que la guerra contra las drogas no ha funcionado, los resultados son muy magros y los costos son exorbitantes.En segundo lugar, creo que la legalización no es una panacea, pero puede ayudar en muchos aspectos al hacer bajar los precios; darle menos recursos a los carteles. Menos recursos quiere decir que pueden reclutar a menos gente, pueden comprar menos armas, pueden sobornar a menos funcionarios del gobierno y pueden también tener que competir, quizá, con métodos distintos a los de la violencia. Entonces, yo creo que la legalización es una parte de una alternativa más global que incluye combatir la violencia que afecta a la gente y no al narcotráfico per se; combatir los secuestros, combatir la extorsión, combatir los asaltos, combatir los homicidios, más no el narcotráfico per se. Eso también permite que los escasos recursos que tienen nuestros países se concentren en proteger a la gente de la violencia que la afecta. Y por último, en el caso ya del consumo, pues que sean los países consumidores los que decidan lo que quieren hacer. En realidad, ellos están tomando decisiones, pero son decisiones un poco hipócritas. Es decir, nadie, salvo Portugal y en menor medida Holanda –y ahí se incluye ahora a Uruguay–, está legalizando formalmente las drogas. Pero todos los países están tolerándola cada vez más. En Estados Unidos ya hoy es muy difícil que detengan a la gente por portar pequeñas cantidades, por ejemplo, de marihuana. Hay mucha gente todavía en las cárceles por posesión de drogas, pero ya no están arrestando a la gente por posesión de marihuana, por lo menos. No han cambiado las leyes, salvo en algunos estados, pero la práctica ha cambiado enormemente. Entonces pues, que la práctica en nuestros países también cambie y que nosotros utilicemos también la hipocresía a buen fin. La hipocresía tiene muchas virtudes.Es salvable como todos los países. Es decir, sabiendo que nunca va a ganar por completo. Puede reducir la penetración del crimen organizado en la política o puede permitir que crezca. Eliminarla es imposible en cualquier país. Puede reducirla o no. A mí me parece que si se redujeran las ganancias de los carteles, tendrían menos recursos, insisto, para sobornar a los altos funcionarios. Y por otro lado, también es importante hacer notar. A tres meses de que termine el sexenio del presidente Felipe Calderón, no ha detenido, no han arrestado a un solo político –gobernador, senador, diputado, presidente municipal, secretario de Estado–, ni a uno solo, por complicidad con el narcotráfico. Entonces, una de dos: o no hay tantos o ahora no los han perseguido tanto, o el presidente Calderón, igual que sus predecesores, ha preferido priorizar la política en vez del castigo en los casos que conoce.Las nacionalizaciones de empresas en América Latina, por ejemplo, en Argentina, parece que tienen cierta lógica. Pero tenemos en Bolivia a Evo Morales… ¿Es un camino peligroso?Es un camino que ya se recorrió y no trajo, en la mayoría de los casos, buenos frutos. Salvo en ciertas industrias muy estratégicas, en ciertos períodos y bajo ciertas modalidades. Todo indicaría que fórmulas menos dogmáticas y menos rígidas y menos ideológicas de posesión estatal de ciertas industrias estratégicas, el caso del petróleo en Brasil, en Venezuela, en México, con más, insisto, flexibilidad, es una mejor idea que el dogma ideológico que toma decisiones de este tipo por razones, insisto, de creencias y no por razones de eficiencia.En el caso del petróleo, ¿lo ve como una necesidad?Necesidad, no sé, pero hay muchas fórmulas distintas. La fórmula mexicana, que es quizá la extrema, es muy distinta a la fórmula brasileña y lo es desde hace 50 años, no ahora, aunque ahora la diferencia es más grande. Depende de qué se entiende. Si entendemos por nacionalización el ejemplo mexicano, yo creo que en este momento es una mala idea. Si entendemos por propiedad estatal la situación de Petrobras, creo que puede ser una buena idea.¿Prosperarán los reclamos de Andrés Manuel López Obrador y sus denuncias de irregularidades en las elecciones presidenciales de México?No, esa es una lucha perdida. Y que debe ser perdida, porque la oposición de izquierda no ha podido demostrar ninguna de las acusaciones que ha hecho. Simplemente, las repiten una tras otras, pero no han podido comprobar lo que dicen. Yo estoy dispuesto a creer muchas cosas de las que dicen, pero ya, para tomar una decisión definitiva los jueces necesitan pruebas; no es un asunto de fe, y no están las pruebas, simplemente no existen. Y eso dificulta mucho las cosas porque anular una elección presidencial es una decisión muy pesada, muy grave, que sólo se puede hacer cuando hay pruebas contundentes. Y hasta el día de hoy, esas pruebas no se han presentado.¿En su caso particular, piensa volver a buscar la Presidencia de México en el futuro?Traté de ser candidato independiente de México, sin partido. No pude y no he podido cambiar las leyes todavía. Ya se aprobó una modificación constitucional, que para el 2015 y el 2018 permitirá la candidatura sin partido, pero todavía no está aprobada la legislación secundaria que establezca las modalidades. En el 2018, que es la próxima elección presidencial, yo ya estaré muy viejo.¿En este caso le ganó la batalla a México en la Corte de Derechos Humanos?Bueno, a la larga se ganó, pero ya a mí no me servirá. Sin embargo, creo que le podrá servir a mucha gente, sobre todo a nivel estatal y municipal en México, si la legislación ya se aprueba rápidamente.¿No se ve en ningún partido grande como candidato?No. No creo; yo, no.¿Ha roto sus vínculos con los partidos tradicionales?Creo que los partidos mexicanos son necesarios, como todos. Pero creo que los partidos grandes en México ya deberían de reformarse, modificarse muy profundamente. Son demasiado viejos, no han cambiado en demasiado tiempo. El más nuevo, que es el PRD, ya tiene más de 20 años. No ha cambiado su forma de ser, su ideología, su programa, nada. Y los otros dos son muchos más viejos y tampoco han cambiado. Es muy difícil que un sistema político funcione bien si tiene partidos políticos tan inmóviles, tan totalmente iguales a sí mismos a lo largo de tantos años.En América Latina, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y otros conforman un bloque que huele un tanto a izquierda: ¿tendrán futuro o desaparecerá ese tipo de líderes?En primer lugar, a Venezuela se le está acabando el dinero para financiar mucho de esto; en parte, porque su propia economía está en una situación muy crítica; en parte, porque el precio del petróleo ha bajado, y en parte, porque la energía, la vitalidad de Chávez ha bajado: se recupere o no se recupere, no es el Chávez de hace diez años. En segundo, lugar porque muchas de esas experiencias enfrentan ya dificultades muy serias, como es el caso argentino, donde prácticamente se ha tenido que implementar el control de cambio para evitar una salida masiva de divisa. Entonces, creo que poco a poco se está viendo que muchas de estas ideas, de estas impresiones, pues, unas no han tenido mucho éxito. Y las que sí han tenido éxito, la situación chilena, brasileña, uruguaya…, pues no son lo que se ha dicho; no son realmente gobiernos tan cargados a la izquierda en los hechos, como lo parecen en la retórica.Se definiría usted como un intelectual del centro, de derecha, de izquierda…?Pues, hombre, intelectual, no sé. Me dedico a escribir cosas, me dedico a dar conferencias, me dedico al debate de ideas; en ese caso, si se quiere, soy intelectual y siempre he querido tener una sensibilidad de izquierda y no creo que la haya cambiado. Ahora, si ser de izquierda en América Latina es ser incondicional de la dictadura castrista, no lo soy. Si ser de izquierda es tener una sensibilidad a favor de los temas tradicionales de la izquierda: las libertades, la democracia, la lucha contra la desigualdad, entonces sí lo soy.

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