En el 2013, en Cuba, se festejarán dos aniversarios -el 54 de la revolución y el 60 del asalto al Cuartel Moncada- y quizás dos acontecimientos alentadores: la sobrevivencia de Hugo Chávez o la garantía de una sucesión chavista en Venezuela, y el principio de la normalización de relaciones con Estados Unidos. Sobre los aniversarios no hay mucho que decir; sobre Venezuela sólo cabe especular -ejercicio divertido por excelencia- sobre la recuperación de Chávez, la posibilidad de que asuma su segundo mandato el 10 de enero, o la celebración de nuevas elecciones el año que viene. En esa hipótesis, de nuevo sólo sirven las conjeturas: si la oposición sigue unida con la candidatura de Henrique Capriles, y si éste puede derrotar a Nicolás Maduro, el heredero del caudillo. No abundan las hipótesis alternativas, sin embargo, sobre las consecuencias para La Habana del fin del subsidio venezolano a la isla. No es que sin el dinero y el petróleo de Chávez no pueda sobrevivir el régimen: ese tipo de vaticinios catastrofistas han sido desmentidos en demasiadas ocasiones en el pasado. Pero sin duda vendría un periodo de enormes dificultades para la isla. Por eso es que muchos observadores contemplan la posibilidad de que los cubanos hoy puedan negociar con más empeño y flexibilidad un principio de normalización con EU aprovechando que Obama ya no se preocupa por la reelección. Más aún, al haber triunfado en Florida y haber obtenido más del 40% del voto cubano-americano, no parecería imposible que el inquilino de la Casa Blanca vaya mucho más lejos que durante su primer periodo, llegando incluso a levantar el embargo a Cuba, permitir viajes a la isla, y quien sabe, "quizás", restablecer relaciones diplomáticas. Todo esto puede suceder pero algunos hechos de los últimos días parecen dificultarlo. Como saben los ociosos como este comentócrata, que no tiene más que hacer que leer periódicos y ver noticias incluso en época navideña, John Kerry ha sido designado como nuevo secretario de Estado. Al ocupar ese cargo, Kerry abandonará la presidencia el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y será sustituido por un colega demócrata. El que se apunta, al que le toca, y el que casi seguramente va a ser es "Bob" Menendez, cubano-americano y senador por Nueva Jersey. Conjuga posiciones muy liberales en asuntos migratorios, fiscales o incluso de índole social, con posturas feroces, anticastristas propias de cualquier legislador norteamericano electo gracias a votos y recursos cubano-americanos que abundan en Nueva Jersey. Si Menendez ocupa la presidencia del Comité de Relaciones, se antoja casi imposible que Obama se atreva a cualquier tipo de gesto, incluso limitado al ámbito del Poder Ejecutivo, que relaje las restricciones de viaje o de comercio, por miedo a las represalias de todo tipo que pudiera ejercer Menendez. Pero además conviene recordar que por primera vez en la historia post 1959, a partir de enero habrá tres senadores cubano-americanos en funciones: el propio Menendez, Marco Rubio de Florida, y Ted Cruz, republicano recién electo por el estado de Texas. Y los tres, por distintas razones, pueden ser aliados de Obama si deciden, como todo parece indicarlo, buscar una reforma migratoria integral, usando al Senado como Cámara de origen. Mucho se ha comentado ya cómo Obama tiene una gran deuda con el electorado latino, cómo los republicanos no pueden permitirse el lujo de seguir antagonizándolos y cómo la reforma migratoria sí encierra una enorme importancia personal y simbólica para los hispanos. A Obama le faltan 5 votos para lograr la aprobación de una reforma (se necesitan 60); los tres cubano-americanos son absolutamente indispensables. Sin ellos no hay reforma; para ellos cualquier acercamiento con la Habana es un casus belli. No sé si los Castro pueden sobrevivir sin Chávez, pero sí sé que la normalización entre Washington y La Habana se encuentra tan remota como siempre.