No vine a ser objetivo

El Doctor Jorge Castañeda no vino a Puerto Rico para ser “objetivo”. Tampoco para “ser balanceado” y menos aún para complacer a todos los que tienen percepciones polarizadas en temas tan espinosos como la realidad de la izquierda, de la política y de la economía latinoamericana luego de la muerte de Hugo Chávez.Castañeda –exsecretario de Relaciones Exteriores de México durante la presidencia de Vicente Fox, prolífico escritor y experto en política internacional– vino a la Isla simple y llanamente a dar su opinión sobre esos temas en una conferencia realizada el pasado jueves, como parte de la celebración del septuagésimo aniversario de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico.Vale la reiteración: vino a dar su opinión, no a dar una noticia. Solo su opinión, algo que perdieron de vista quienes se sintieron ofendidos al “descubrir” que las palabras de Castañeda no eran “objetivas” y desafiaban sus propias nociones y afectos por asuntos como –por ejemplo– el comunismo, Cuba, Venezuela y el caudillo bolivariano Hugo Chávez.Quienes leen y conocen en la Isla de política internacional saben quién es Castañeda y saben cuál es su credo en esos y en otros temas, realidad que él reiteró en el colofón de su disertación, cuando la sección de preguntas se convirtió atropelladamente en espacio de ponencias y acusaciones a su “falta de balance” y a su “subjetividad”.“No vine a ser objetivo, sino a dar mi opinión. Mis columnas se publican en El País, de España, y en otros varios diarios de renombre, se transmiten por CNN y Fox y por esto mismo todo el que se preocupa por esos temas sabe lo que opino sobre asuntos como los que hemos tratado hoy”, comentó de manera tan cortés como firme hacia el final de su disertación realizada en el anfiteatro de la Escuela de Arquitectura del recinto riopedrense de la UPR. “Creo que la mejor manera de evitar molestarse por escuchar mis opiniones es no asistir a lugares donde se sabe que voy a decir lo que todos saben que voy a decir”.Al día siguiente –mientras conversamos en el hotel donde hasta hoy se hospeda– Castañeda sonríe al recordar ese intercambio con algunos miembros del público. “Eso suele pasar y nada puedo hacer por evitarlo… es parte de esto”, dice, luego de apuntar que esta es su tercera visita a Puerto Rico. “Lo único que puedo hacer es eso, aconsejarle a la gente que no está de acuerdo conmigo y que se molesta con lo que digo que no me escuche”.Lecciones importantesCon una larga trayectoria académica y política, Castañeda cursó estudios en la Universidad de Princeton y en la Universidad de París, y ha sido profesor en la primera de ellas, así como en la Universidad Autónoma de México, en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de California, en Berkeley.Asimismo, además de su gestión el frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003, aspiró sin éxito a la presidencia de su país para los comicios de 2006.Al evocar aquellos días de hace una década, Castañeda comenta que fue una época de la que derivó grandes satisfacciones y también lecciones muy importantes. Entre las primeras, haber servido al país en su proyecto internacional como parte de un mundo globalizado; entre las segundas, que para cualquier secretario de Relaciones Exteriores es imposible cumplir con sus objetivos “sin el compromiso de su jefe”, o sea, el presidente de la república.“Yo tenía una agenda muy ambiciosa y puedo decir que tenía la solidaridad del presidente Fox, el problema fue cuando esa solidaridad no se materializó en recursos para poner en práctica mis proyectos”, explica. “Eso levantó un muro infranqueable para concretar ese plan”.El doctor Castañeda descarta que sienta amargura por su fallido intento de ocupar la “silla del águila” –la presidencia de México– cuando aspiró a ella en la carrera en la que resultó electo Felipe Calderón.“No, para nada… no hay amargura”, asevera. “Claro que en su momento sí hubo algo de tristeza pasajera por no haber podido ser presidente para, desde ahí, intentar un mejor país. No obstante, la pasé muy bien en el intento y a veces pienso que quizás haya sido mejor para mí no serlo”.El regreso del PRIAl comentarle que fue precisamente en Puerto Rico –en entrevista con El Nuevo Día– donde el expresidente Vicente Fox –militante del Partido Acción Nacional (PAN)– manifestó por primera vez su apoyo firme a la candidatura de Enrique Peña Nieto –del Partido Revolucionario Institucional (PRI)– en las elecciones del año pasado, Castañeda apunta que fue “lógico” que así fuese, luego de que el presidente Calderón (del PAN) sistemáticamente despreciase la figura de Fox dentro del partido.“Ahora, el regreso del PRI al poder era algo que se veía venir”, señala. “Claro que este retorno me sabe muy mal, sobre todo cuando yo fui uno de los que más luchó por sacar al PRI del poder. Que me parezca bien o mal, poco o nada importa para efectos prácticos. Tengo fama de ser un poco cínico cuando me expreso sobre este asunto: soy de los que creo que nada de lo que Peña Nieto diga –bueno o malo– importa realmente, sino que solo importa la materialización de esas palabras. Y por lo que he visto hasta ahora no sé cómo eso se pueda lograr”.Sobre la IslaConocedor agudo de lo que en el mundo sucede, Castañeda tiene una percepción poco luminosa de la realidad presente y del futuro de Puerto Rico. Al abordar el tema, poco se cuida de herir los sentimientos de quienes abogan por cualquiera de las formas de status político para la Isla.“Mira, de esto mismo hablaba en estos días con mi amigo Héctor Feliciano y no quiero apropiarme de sus palabras”, advierte. “Pero hay unos hechos irrebatibles, por ejemplo, en Puerto Rico el ingreso per cápita es el doble de lo que es en Chile, el país en América Latina donde más alto es. Asimismo, el ingreso per cápita en Puerto Rico es la mitad del ingreso per cápita en Mississippi, el estado más pobre de Estados Unidos”.Ante esta realidad económica “que es, al mismo tiempo, envidiable en el contexto latinoamericano y terrible desde la perspectiva anexionista”, existe –añade Castañeda– otro hecho fundamental: “aquí, más o menos la mitad de los puertorriqueños no quiere la estadidad y eso, de entrada, define la posición del Congreso de Estados Unidos, que no va a mover un dedo para resolver el status, al menos no para dar la estadidad”, explica.“¿Por qué Washington se va a meter en ese problema cuando el asunto del status está tan dividido? No sin razón su actitud es de esperar a que primero los puertorriqueños se pongan abrumadoramente de acuerdo aquí, antes de involucrarse en el asunto”.Castañeda mueve dubitativamente la cabeza al hablar también de la independencia, fórmula que percibe como “realmente difícil” ante la realidad económica de la Isla, donde –explica– la actividad agrícola es tan precaria, el quehacer industrial declina y el turismo no acaba de despegar en sus ambiciones de proyección internacional.“Lo que puede ocurrir es que continúe el éxodo de los más jóvenes, de los profesionales y que poco a poco en la Isla solo se queden los más viejos y los que trabajan en el Gobierno”, comenta. “Esto, en realidad, no es muy optimista, pero es lo que se percibe al analizar las circunstancias”.Cabe señalar que Castañeda fue profesor en la UNAM de los doctores puertorriqueños Luis Ferrao –decano de la Facultad de Estudios Generales, organizadora de esta visita–, Carlos J. Sánchez, director del Departamento de Ciencias Sociales de esta misma facultad, y César Rey, exsecretario del Departamento de Educación.Próximo a llegar a los 60 años, el doctor Castañeda comenta que sabe el significado de alcanzar esa edad y las reflexiones que plantea como una etapa crucial en la vida, en su caso, “muy en paz por dos cosas”.“Primero –reflexiona– porque a lo largo de este lapso he podido hacer todo lo que me he propuesto, con excepción de ser presidente. Estoy trabajando en un libro eminentemente autobiográfico en el que saldo cuentas, no solo con muchas personas, sino también conmigo mismo, que espero terminar para el primer semestre del año próximo”.“En segundo lugar –agrega– me siento muy pleno en el orden de mis afectos. Solo deseo que la vida me dé unos años más con salud para poder seguir haciendo lo que hago. Eso y nada más”.

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