El debate sobre la legalización

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Uno de los eventos más significativos de la semana se llevó a cabo en la Fundación Miguel Alemán. Un foro para legalizar la mariguana en el Distrito Federal. Por la generación a la que pertenecen varios de los convocantes se podía pensar que se trataba de un evento para que algunos de ellos recordaran sus días de “loca juventud”, poder organizar una horneada de “pasto inglés” y gritar queLed Zeppelin no ha muerto.Hay que hacer notar el fuerte impacto noticioso que tuvo el foro. Éste es un primer avance: que una discusión pública sobre un tema considerado tabú tenga una repercusión adecuada a la gravedad del tema que se discute. Al respecto, escribió Joel Ortega en estas páginas el día de ayer (“Del cine Cosmos a la Fundación Alemán”), un texto divertido y nostálgico sobre el cierre de su campaña a diputado en 1985. Narra que su evento fue en el cine Cosmos y que tocaba el Tri. Quizá Ortega pensaba que tendría un acto político ideológico como los que se podían dar en ese entonces. Sin embargo, quienes acudieron al evento fueron “cientos de chavos con su carrujo de mota”. Imagino a Ortega darse cuenta de la imposibilidad de un discurso en medio de aquella humareda y “la euforia total”, así que en el momento de su aparición dio lo que él mismo califica como su “rollo más breve”: “Banda, chingue a su madre el PRI, vamos a legalizar la mota”.En ese entonces, la legalización o algo similar ni siquiera se discutía. De hecho el propio Ortega nos dice que fue muy criticado en el PSUM, por eso y por permitir que Álex Lora —en acto visionario, digo yo— “se pasara la bandera roja con la hoz y el martillo por debajo de los tompiates”. Muchas cosas han cambiado desde entonces y es parte de lo noticioso del evento del pasado miércoles. Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Fernando Gómez Mont, Juan Ramón de la Fuente, María Elena Morera, Pedro Aspe y varios más se dieron cita para abrir el debate de la legalización. Es lo que Ortega llama, en lenguaje de 1985, “la incorporación de las élites a la lucha contra el prohibicionismo”.En lo personal, simpatizo con la propuesta de la legalización en la capital del país. Y por supuesto con el debate sobre el tema. Creo que legalizarla en el Distrito Federal es extender, ampliar algo que ya existe: las dosis personales. No veo por qué la autoridad tenga que detener a un muchacho con dos o tres “churros” y dejar pasar a alguien con el coche atiborrado de pomos. Es más probable que el segundo cause un daño en algún momento. Sin embargo no deja de tener su complejidad y nadie nos ha advertido al respecto.En un excelente texto (“Mariguana: no esperen milagros”) el especialista de temas en drogas y crimen organizado, Alejandro Hope, advierte sobre el riesgo de sobredimensionar lo que pueda dar la legalización, porque no liquidará a los cárteles, no terminará con la violencia, no generará los ingresos que se cree, no vaciará las cárceles, pero cree que, en general, el efecto será positivo.El evento del miércoles es saludable en todos aspectos, pues hace pública una discusión que en ocasiones parecía escondida. Abrieron un debate y hay que acompañarlos, pues han revivido la frase orteguiana: “Banda, chingue a su madre el PRI, vamos a legalizar la mota”.

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