Esta semana será importante para el debate sobre la despenalización de la marihuana en México. Ayer apareció un desplegado en varios diarios llamando a la despenalización del consumo de la marihuana en el DF, el jueves y viernes tendrá lugar el llamado Foro Tricameral sobre el mismo tema, organizado por la Asamblea Legislativa del DF, la Cámara de Diputados y el Senado. Allí el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, presentará el informe que se le encomendó en la Cumbre de las Américas y que fue entregado a los Estados miembros hace unos meses.En el proceso de organización tanto del desplegado como de estos foros han surgido objeciones, dudas y críticas a la postura que en particular asumimos hace ya algunos meses, juntos, Héctor Aguilar Camín, Pedro Aspe, Juan Ramón de la Fuente, Fernando Gómez Mont, Mario Molina, María Elena Morera y yo. Las preocupaciones ante nuestra posición son comprensibles y legítimas, en una sociedad que apenas inicia un debate que en otros países lleva años. En el caso de la despenalización de la marihuana, a diferencia de otros temas culturales, a mayor debate e información suele corresponder mayor acuerdo y a la inversa. Ya que la mayoría de las resistencias a la legalización de la marihuana no tienen una connotación moral o ética, sino simplemente de salud y criminalidad, son susceptibles de ser rebatidas con hechos, para quienes quieran saber de esos hechos.Algunas de las divergencias que surgieron en el proceso que culminó con el desplegado y el Foro Tricameral han provenido desde posiciones "más avanzadas". Se ha objetado que proceder sólo a la despenalización del consumo de la marihuana ya sea en el DF, en Morelos o incluso en todo el país, sin atender el tema de la producción y el comercio es inconsistente o francamente contradictorio. El hecho de que éste sea el caso en varios estados de EU donde se ha legalizado el consumo para fines médicos mas no el comercio, o en Portugal y Holanda, no obsta para que personas de buena fe se pregunten ¿por qué sólo legalizar el consumo y no lo demás? ¿Por qué no proceder como lo está haciendo Uruguay, atendiendo todos los eslabones de la cadena para sacarle el mayor provecho a la regulación: impuestos, control de calidad, mayor seguridad en la compra y venta, transparencia, etcétera?Estos argumentos tienen peso pero también lo tiene el pequeño paso de la despenalización, si eso es lo que resulta posible aquí y ahora. Tres argumentos pueden ser pertinentes.1o: elevar la dosis permitida de posesión de marihuana en México de 5 a 28 gramos o a 40 gramos contribuiría a vaciar las cárceles, y a impedir la detención y encarcelamiento de miles de jóvenes de escasos ingresos. Es difícil desglosar las estadísticas con precisión, aunque se han realizado esfuerzos importantes (Hernández, A.P., Sistemas sobrecargados: Leyes de drogas y cárceles en América Latina, WOLA; Pérez Correa, C. y E. Azaola, "Resultado de la primera encuesta realizada en los Centros Federales de Readaptación Social", CIDE, 2013) se vinculan a la marihuana, y muchos están tras las rejas por posesión de cantidades mínimas de marihuana.2o: dar este paso puede generar un cambio en la opinión pública en el DF. Si se revisan las encuestas antes y después de la despenalización del aborto y de la autorización de los matrimonios gay en la capital, se verá que imperaban mayorías en contra. Una vez aprobadas estas leyes, las mismas encuestas indicaban pequeñas mayorías a favor. La opinión pública cambia con la legislación, que es por cierto lo que espera el presidente uruguayo.3o: el gradualismo quizás dotado de cierta hipocresía en este momento puede servir para desestigmatizar el tema. Evitar que el consumo sea delito puede ayudar a que en poco tiempo se den los siguientes pasos, corolarios del primero: producción, venta, compra, tributación, regulación de calidad y campañas de salud bien financiadas para prevenir e informar. ¿Sería mejor todo de un jalón? Muy probablemente. ¿Es mejor este primer paso? Seguramente sí.