Ya no tengo ambición de poder

CIUDAD DE MÉXICO. Algo ha cambiado. Es una variación sutil, pero manifiesta en su carácter. Se siente un poco más liviano. Desconfío de mi apreciación porque tiene, precisamente, fama de tener la sangre muy pesada.He entrevistado varias veces a Jorge Castañeda, la mayoría de ellas junto con un amigo mutuo y entrañable: Antonio Jáquez. No recuerdo que hayamos hablado de su padre.__¿Te pesaba? ¿Cómo lidiaste con su figura?__Como también tenía una mamá que me chiqueaba, me cuidaba y me homenajeaba, siempre fui un joven seguro de mí mismo. Creo que eso me permitió no tener el complejo de la figura paterna grande. Él era alto, erguido, guapo, seductor. Hubiera podido ser una figura aplastante, pero gracias a mi madre no lo fue. Quizá me excedí un poco al insistir con la Secretaría de Relaciones Exteriores (durante el sexenio de Fox). Quizá quise ocupar el lugar de mi padre en una forma un poco excesiva de Edipo, pero por qué no. “Aprendí a argumentar por mi vida” “Soy producto de una combinación inusual” “En la Corte tienes que hacerte muy resistente a la frustración”Castañeda ha tenido y ha perdido lo que más valora: el poder político y la influencia. Lo ha tenido a raudales y también se ha quedado sin casi nada. Nunca le ha faltado el dinero pero para él, acumularlo es secundario. En ese sentido, su vida ha sido una montaña rusa.Dice que los distintos tipos de poder –político, económico, intelectual, social– no se suplen o se compensan y es claro que él siempre le ha dado el sitio predominante al poder político, aunque poseer alguno de los otros ayuda a amortiguar las temporadas a la baja.“Yo nunca he estado obsesionado por el poder. He estado obsesionado por la política. Si me obsesionara el poder, me hubiera concentrado más en eso”.Esa es la clásica respuesta que reconozco en Jorge Castañeda. Él siempre puede. Él lo tiene todo. Él consigue lo que quiere.Sin duda, tiene poder intelectual. Sus conocimientos abruman y su inteligencia apantalla. Pero su opinión ya no resuena como antes. Sus declaraciones provocadoras no estallan en las primeras planas. Ya no abundan las caricaturas para su colección. Se está convirtiendo en un personaje de otro momento.__¿Te lastima que tu voz haya perdido peso?__Son etapas recurrentes. Siento que dentro de México las cosas que digo o escribo hoy encierran muy poco interés y tienen poco eco. Lo que escribo no tiene la menor repercusión. La televisión es distinta… Pero es normal; creo que llega un momento en el que cualquier persona de mi edad (tiene 61) tiene menos qué decir. Es inevitable. Ya no tengo mucho qué decir.“En Estados Unidos es complicado, y diferente. A veces tengo más repercusión y a veces menos. En general, dependo menos de las coyunturas y hay una compensación profesional y hasta una financiera”.***Si no lo ha tenido plenamente, Castañeda siempre ha estado próximo al poder. Más o menos, pero cerca. Fue asesor de Cuauhtémoc Cárdenas en el lejano 1988 y en el 2000 de Vicente Fox, quien lo hizo Canciller. Meses después de dejar ese despacho, quiso ser candidato presidencial para 2006 y emprendió un juicio de amparo para hacerlo sin la nominación de un partido político. Su caso pasó por todas las instancias legales, hasta la Suprema Corte de Justicia y aún la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. No se pudo.Además de dar clase –en el CIDE, la UNAM, la Universidad de Princeton, la Universidad de Nueva York, entre otras– es un autor fecundo. A parte de sus libros –el más vendido sigue siendo La Herencia– escribe artículos en varios periódicos del mundo y dicta conferencias. Destinó buena parte de los últimos dos años a escribir la autobiografía que publicará en octubre próximo. Suena algo excedida, como quien la escribe: 800 páginas.“Es algo totalmente distinto. Tiene mucha introspección, franqueza. La escritura está muy cuidada”.__Eres una de las personas más vanidosas que he conocido.__Vanidoso es un término apropiado. Es mejor que soberbio. Me gusta verme, y me gusta verme bien. Mi padre también era tremendamente vanidoso, pero era más atractivo. Se le daba con naturalidad. Ser vanidoso es indispensable para lo que hago. No puedes hacer televisión si no eres algo vanidoso. Tampoco puedes ser un buen conferencista si no estás consciente de ti mismo, hablando, riéndote, mirando a la gente. Y las conferencias representan una tercera parte de mi ingreso…__Eras vanidoso antes de salir en la televisión.__No lo sé.Ha declarado que él hubiera sido mejor presidente que cualquiera de los más recientes. “La vara no está muy alta”, concede.__¿Por qué hubieras sido mejor?__Porque el país ha cambiado mucho y para bien, pero ese cambio no se ha concatenado en un cambio en los atributos de los presidentes. En un país tan abierto al mundo como el que tenemos –abierto al narco, al turismo, a la economía, a la cultura– se necesitan líderes globalizados, porque hay que reconocer que los equipos ya lo estaban. México requiere que sus líderes estén familiarizados con el mundo. Y porque el país necesitará, y no seré yo quien lo aporte, una visión estratégica de qué quiere ser. Enrique Peña Nieto ha tomado ideas de varias partes, pero le falta el marco conceptual en donde quepa todo eso. Ojalá haya un candidato así en la boleta del 2018.Tal vez hubiera sido un presidente desastroso. Tiene un coctel de defectos que apuntan hacia allá, reconoce: “soy demasiado confrontacional, y muy poco mexicano en ese sentido, impaciente y desesperado”. Eso lo ha llevado a buscar lo que quiere y a defender lo que piensa mediante la confrontación.Con esa levedad que para mí es una sorpresa, habla también de sus virtudes. “Aunque pueda parecer extraño a la mayoría, soy buena persona, solidario, amigo de mis amigos”.__Has ganado y has perdido. Me da la impresión de que llegaste a un punto en el que nada te preocupa, de que estás más ligero…__Por muchas razones, nada me angustia. Mi entorno está ordenado, exento de ansiedad. Mi hijo y mis amigos están bien, mi economía también. Me va bien de lana, trabajo poco y ya no tengo ambición de poder, aunque sí tengo ambición de influir.Aunque no se hace ilusiones de cuánto…

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