La historia de un hombre libre que nadie pudo amarrar

En un país donde las personalidades públicas, sobre todos los políticos, no escriben sus biografías, aplaudo la publicación de Amarres perros. Jorge Castañeda la ha pegado de nuevo. He aquí el testimonio honesto, descarnado y divertido de un amante de las ideas que desde joven coqueteó con los juegos del poder, que muchos años después, ya en su madurez, se convirtió en secretario de Relaciones Exteriores como su padre y que, encarrilado, quiso ser Presidente estrellándose en la inexpugnable muralla de la partidocracia mexicana.Amarres perros es la fascinante historia de un hombre libre que nadie pudo amarrar. En la autobiografía de Castañeda nos encontramos con relatos muy interesantes del último tercio del siglo XX y del comienzo del XXI: las revoluciones centroamericanas, la caída del sha de Irán, las peleas de la izquierda, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la derrota electoral del PRI en 2000 y los atentados del 11 de septiembre de 2001.Si bien Castañeda es muy crítico de muchas personas, él mismo es tremendamente autocrítico de su persona. No cualquiera reconoce sus contradicciones humanas. Esto es Castañeda de acuerdo a Castañeda: “antídoto iconoclasta”, “potenciada megalomanía”, “afán de protagonismo público”, “ambicioso”, “escritor en ocasiones afortunado, otras no”, “consejero del príncipe de Maquiavelo”, “intelectual engagé de Sartre”, “sensación de omnipotencia embriagadora de querer y poder comerme el mundo”, “ansiedad y prepotencia”, “vulnerable como todos a la crítica”, “versión masculina de una madre judía”, “rey filósofo”. Implacable, Jorge reconoce que, para él “los enemigos personales lo son para toda la vida mientras que los pleitos políticos y las animosidades sociales duran el tiempo de su eficacia o inevitabilidad”.A lo largo de los años he admirado a Castañeda por sus posturas heterodoxas. Coincido en su rechazo al “nacionalismo ramplón o de cualquier estirpe” y su chocante versión local priista. Me gustan sus críticas a la izquierda mexicana: los anacronismos y falta de aggionarmiento. Como él, me desespera la obsesión mexicana por las formas y ritos. Y lo acompaño, sin duda, en dos causas: la reforma migratoria estadunidense y la legalización de las drogas.Pero también hay cosas en las que no he coincidido. Una de ellas es su oposición original al TLCAN. La primera vez que lo vi fue en una conferencia en la Universidad de Columbia donde yo estudiaba. Castañeda quería incluir “cláusulas democráticas” en el TLCAN. L’enfant terrible me desesperó en aquella ocasión. Creía que la postura maximalista de Jorge podría descarrilar un Tratado muy benéfico para México. Con tesón y convicción, Castañeda argumenta en su libro el por qué de su postura. Reconoce que la interlocución con el entonces Presidente lo inhibía y destanteaba y confiesa que “los críticos de Salinas rechazábamos la joya de la corona del proyecto salinista porque era… de Salinas”. Al final, en buena lid, admite su derrota.Amarres perros es una biografía llena de chismes, anécdotas, especulaciones y argumentos sobre muchos aspectos torales, nacionales e internacionales, de la historia contemporánea. Una de las partes más interesantes del libro es acerca de la campaña y los primeros años del gobierno de Fox: el papel de Marta Sahagún, el estilo personal de gobernar del Presidente, las negociaciones con el gobierno de Bush, las peleas dentro del gabinete y la conflictiva relación con la Cuba castrista. Le sigue un magnífico relato de su quijotesca campaña para ser Presidente: “comer tacos de cuche o nenepil, besar niños acatarrados, hablar ante tres gatos, saludar cuando nadie lo conoce a uno”.A lo largo de su vida, la obsesión de Castañeda ha sido “hacer algo: legar algo”. Nadie puede negar que lo ha logrado. Amarres perros es parte de ese legado.“He seguido fascinado por los juegos de poder y cada acercamiento al poder me despierta el placer de siempre. Extraño el juego, y en los muy esporádicos y efímeros instantes cuando he vuelto de cerca, lo disfruto. Pero la magnitud de los obstáculos, así como la estrechez y sinuosidad del improbable sendero para volver a jugar, me impusieron una vida, cada día más placentera y satisfactoria”. Celebro que así haya sido porque en esta etapa de su vida ha sido un lujo tenerlo todos los lunes en Es la hora de opinar argumentando, debatiendo, provocando, especulando y fustigando.Alguna vez dije que México necesitaba más Castañedas. Hoy, después de leer Amarres perros, lo pienso aún más.

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