Entrevista Milenio Monterrey

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Escritor, catedrático, pero sobre todo recordado como el Secretario de Relaciones Exteriores los primeros tres años de la presidencia de Vicente Fox, Jorge G. Castañeda –también columnista de MILENIO– estuvo de visita en Monterrey para promocionar Amarres perros. Una autobiografía (Alfaguara), un relato íntimo donde ventila algunos pasajes de su trabajo en las políticas públicas.Hoy tendrá participación en el Tercer Congreso Nacional Universitario Jóvenes: El motor de México 2015. Ideas que trascienden, que dará inicio a las 9:00 en los salones Estados Unidos y Canadá de Cintermex.En Amarres perros se hace referencia a su amistad con escritores como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez o Carlos Monsiváis.Son descripciones de mi relación con un buen número de escritores. Las describo en casos distintos: unos eran o son amigos, que también son escritores pero primero son amigos, y en otros casos primero son escritores y después de algún tiempo se hicieron amigos.En esos casos, sobre todo con gente como Márquez, Fuentes o incluso Vargas Llosa –con quien no tengo una relación tan estrecha pero con mucho afecto– mi ex esposa decía siempre que "a los escritores había que leerlos y no conocerlos"; no sé si tenía toda la razón pero hay algo de eso; es decir, son personajes y celebridades tan talentosas, pero que al ser tan talentosos no siempre son personas fáciles. En el entorno latinoamericano, además, suelen tener una vida pública-política y hay pocos escritores latinoamericanos de gran relieve que no hayan sido también intelectuales públicos con una participación o comentario político constante; el caso más significativo fue el de Vargas Llosa, que fue candidato a la presidencia del Perú y perdió.¿Cómo fue su relación con Gabriel García Márquez?Creo que llegué a tener una cierta cercanía con él, y cada quién tiene su percepción del porqué se dio el distanciamiento.Comento en el libro que ya después del 2001, después de encuentros y desencuentros a lo largo de más de 20 años, me pide que le conceda una entrevista a Ramón Alberto Garza, en ese momento director de la revista Cambio -que era propiedad de García Márquez-, situación que acepto estando en la Secretaría de Relaciones (Exteriores) y publican un muy buen artículo, incluyendo una muy buena entrevista, pero García Márquez coloca una foto mía en la portada con el balazo "¿por qué nadie quiere al Güero?". La verdad me dio mucho coraje; uno, porque pensaba que era un amigo y ése no es el comportamiento de un amigo; y dos, porque él de alguna manera me indujo a hacer el reportaje porque me solicitó la entrevista y yo acepté porque se trataba de García Márquez.Se lo dije, me dio unas explicaciones absurdas, y a partir de ahí terminó la relación.En el libro da detalles sobre qué pasó realmente en la visita de Fidel Castro a Monterrey, el célebre "comes y te vas".La logística, la seguridad y además el que era nuestra fiesta, no era "su fiesta". A Fidel le gustaba, desde el 59, ir a todas partes y robarse la fiesta, pues no, ésta era la nuestra y no la suya, y no lo queríamos aquí porque además venía a actuar en contra de la política pública explícita del gobierno de México; lo que hizo Netanyahu en Washington hace tres semanas es lo que quiso hacer Fidel, en Monterrey, hace 13 años. Obama se lo permitió, pero hizo todo lo posible por hacer un "comes y te vas".En sus últimas visitas ha hablado sobre los candidatos independientes.Vamos a ver los resultados. Como es la primera vez que esto sucede es muy difícil prever qué va pasar. Puede pasar algo muy previsible, que es conforme se acerque el día de las elecciones la gente abandone al independiente y ejerza un voto útil; o puede que el hartazgo sea tal, que la gente diga "al diablo con los establecidos" y se vayan con el independiente.Se dice que algunos políticos entienden sólo a periodicazos, ¿sigue siendo válida la expresión?Creo que sigue siendo muy válida, no parece ser el caso del presidente Enrique Peña Nieto, a quien le han estado pegando en los medios y sobre todo en las redes sociales, le han propinado una golpiza inmisericorde, en gran medida no merecida, y no da la impresión de percatarse de los motivos de esa golpiza. Parece que no sabe, a la mejor sí […] pero da la impresión de estar lampareado, y cuando le llega otro trancazo se pregunta "¿y ahora por qué?".

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