Elecciones y escenarios para Peña

Milenio
Grupo Milenio

En un mundo ideal, la hoja de ruta del equipo gobernante de aquí al verano parece verosímil. La leve recuperación económica de enero y febrero se acelerará, y para junio estaremos creciendo a 3 o 4%; el peso chicoteará, no a 13 por dólar, pero tal vez a 14. Ayotzinapa quedará atrás al aceptarse paulatinamente la versión oficial y al desinflarse el movimiento por falta de banderas. Los escándalos de casas, revistas y contratistas perderán fuerza al imponerse las respuestas gubernamentales, y al perder interés una sociedad cínica y desencantada por la corrupción, pero resignada ante su inevitabilidad. El caso Aristegui se desvanecerá: un tema laboral “entre particulares”. Las redes sociales y la prensa internacional se aburrirán con el asunto, como sucede con casi todo, y la conductora difícilmente hallará otro espacio.En estas condiciones, los comicios no constituyen un peligro. Las autoridades saben que el PRI no logrará una mayoría solo, pero con 30-32% que le dan las encuestas, y si el PVEM alcanza 7-8% esperados y Nueva Alianza conserva su registro con 3%, se acercan a las 251 curules. Resultado no espectacular, pero que permitirá gobernar el segundo trienio.¿Y si no? Para un gobierno que sabe ceñirse al guión, pero de gran impericia para enfrentar imprevistos e inepto en sus pronósticos, a lo mejor la mariée est trop belle. Qué tal si: 1) la economía se vuelve a aletargar por los recortes del gasto, el precio del petróleo y del dólar, y las tasas de interés de EU; 2) Ayotzinapa sobrevive, en parte por la CIDH y las manifestaciones en el exterior, en parte por la insuficiencia de respuestas oficiales; 3) estalla un nuevo escándalo de corrupción de Las Lomas a la Riviera Nayarit, pasando por Malinalco; 4) el equipo de Aristegui cobra sus liquidaciones y las invierte en un espacio de internet, quizás en Unotv, cuya campaña de publicidad es impresionante; 5) se produce una nueva sorpresa.En cualquier hipótesis, la popularidad del Presidente se desplomaría y comenzaría a afectar a su partido. Desde 2006 el piso del PRI se ubica en 25%; el Verde puede derrumbarse por sus transas; sin Elba, Nueva Alianza puede perder el registro. Si la abstención no se dispara gracias a las elecciones concurrentes, se dibuja un escenario de derrota de EPN en su referéndum de verano. En cuyo caso la única salida sería la que insinuó aquí Federico Berrueto: un gobierno de coalición PRI-PAN, que debió haberse formado desde 2012, pero que a estas alturas le pone la mesa a AMLO.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *