Jalisco, tacto y estridencia

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Los acontecimientos de Jalisco desconciertan a cualquiera. Pueden servir para provocar un giro en la política antinarco o para empeñarse en seguir con la guerra fallida. Por ahora, solo han generado confusión.
Al igual que Tlatlaya, Ayotzinapa y Apatzingán, los bloqueos, los camiones incendiados, la pérdida de un helicóptero del Ejército y la extensión a varios estados del operativo del cártel Jalisco Nueva Generación parecen contradecir las evaluaciones optimistas del gobierno sobre la violencia. Digo parecen, porque la tesis oficial puede ser correcta: descendió la violencia en México en sus distintas expresiones y mediciones.
Pero la espectacularidad de las tragedias vuelve inverosímil la postura del gobierno. Si éste dispusiera de credibilidad, quizás podría revertir las impresiones: ¿cómo puede haber bajado la inseguridad si mataron a siete soldados? La cuenta está vacía.
Segundo: un estallido así, que será pronto apagado, pone en duda la eficacia de los servicios de inteligencia. Sobre todo si uno recuerda que en noviembre, el Presidente, con razón y para sorpresa de algunos, incluyó a Jalisco entre las cuatro entidades en riesgo. La capacidad operativa y de fuego del cártel no debió haber tomado al gobierno por sorpresa.
De allí el desconcierto de algunas autoridades. Menciono a dos: SRE y Sedena. En una filtración publicada en Reforma, la Cancillería envió primero estas líneas de comunicación a sus enviados: Los presuntos delincuentes abren fuego contra el helicóptero y lo dañan. Después rectificó: Al detectar la presencia de las fuerzas federales, los presuntos delincuentes abrieron fuego contra el helicóptero en el que viajaban 18 elementos. Los impactos dañaron el rotor de cola de la aeronave e inició un descenso de emergencia. En el incidente, tres elementos del Ejército mexicano perdieron la vida; otros están heridos y tres más no han sido localizados. Más tarde se les comunicó que perecieron también los tres desaparecidos. Ante el hecho de que los narcos tiraron un helicóptero con RPG y murieron siete militares, y que fueron abatidos nueve narcos, la SRE pasó de eufemismo en eufemismo. Pecó de tacto.
No así el secretario de la Defensa. Hacía tiempo que no leía estas frases saliendo del gabinete: Los criminales son apátridas que lucran con el temor y el envenenamiento físico y moral de nuestro más grande tesoro, los jóvenes y niños, se trata de personas desadaptadas, sin escrúpulos ni conciencia ética… Entiendo el coraje del general Cienfuegos, pero no su lenguaje. Digamos que pecó la estridencia.

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