El PRI y los niños

Milenio
Grupo Milenio

Con la prensa mexicana siempre es difícil determinar qué es humor involuntario, mentira o simple incomprensión de un tema por parte de reporteros mal pagados. Me he preguntado con frecuencia si Monsiváis realmente citaba pasajes absurdos de diversas publicaciones en su ingenioso pero repetitivo Por mi madre bohemios, o si sencillamente los inventaba.
Como prenda, baste este botón de Reforma, el 22 de agosto: “Los legisladores del grupo parlamentario deberán abstenerse de recibir cualquier tipo de soborno y apoyo que pudiera comprometer su participación y/o el sentido de su voto”, establece el reglamento interno de la bancada tricolor… Las nuevas normas, aprobadas en la plenaria de la fracción, también prohíben a los diputados hacer uso de recursos materiales o humanos de la bancada para fines personales. Además, están obligados a propiciar una imagen pública “positiva y que prestigie” sus funciones como legisladores. “Deben mostrar conductas y actitudes éticas, democráticas, actuando con honestidad, transparencia y compromiso”. Según las disposiciones, los diputados “no deben ser faltistas, impuntuales, desleales o ineficaces”.
Supongo que el priista que redactó las “nuevas normas” no comprendía lo que hacía, ni tendrá respuestas a algunas preguntas. Por ejemplo: ¿cómo eran las “viejas normas”? ¿Cómo son las “actitudes y conductas” “no-éticas” o “no-democráticas”? ¿Cómo son los diputados “eficaces” y “leales”? ¿Realmente es necesario prohibir explícitamente y por escrito la mordida y la venta de votos? Lo ahora prohibido, ¿antes eran usos y costumbres permitidos?
Pero lo más chistoso yace en el subtexto, en el chip priista del cual emana. Se parece un poco a las perlas de Virgilio Andrade y de todo el gobierno. Basta con que un reglamento, o una ley, o la Constitución diga, propugne o prohíba algo para que suceda o deje de suceder. Si el reglamento dice que los diputados no deberán aceptar sobornos, no lo harán. Si las leyes de adjudicaciones y responsabilidades dicen que los funcionarios no deben otorgar contratos en ámbitos donde tengan, podrían tener o hayan tenido intereses, no lo harán; la prueba de su inocencia reside en lo que dice la ley. Y si la Constitución dice que la vivienda (o la salud, o la educación, o la felicidad) es derecho de todos los mexicanos, lo es. Qué daría uno por ser niño de nuevo, o por lo menos priista…

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *