Ramos y Beltrones

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Este lunes pasado, Leo Zukermann, Héctor Aguilar Camín y yo invitamos a Manlio Fabio Beltrones a nuestro programa semanal Es la Hora de Opinar. Creo que se produjo un buen diálogo, sustantivo, cordial y que le permitió a Beltrones transmitir sus principales ideas y propuestas a un público al que no tiene necesariamente acceso por otras vías. Por mi parte quedé satisfecho con el encuentro.
Pero recibí tanto de amigos como de enemigos, de tuiteros de buena fe y de pejezombies, varias mentadas por no haberle pegado lo suficiente a Beltrones. Que Aguilar Camín y yo éramos unos lamebotas, estuvimos de tapetes, se nos fue vivo, no le hicimos preguntas difíciles, no lo rebatimos, no lo refutamos; en una palabra, que fuimos barco. Comprendo la lógica de estos reclamos, pero no la comparto.
Un programa de televisión con tres personas que no somos ni seremos nunca periodistas, no debe en mi opinión convertirse en un enfrentamiento o un debate; los debates son entre políticos o entre comentaristas, no entre comentaristas y políticos. Sé que en México se ha vuelto ya un axioma que los periodistas deben ser incisivos e increpantes con los políticos. Pero en una mesa de reflexión y diálogo, la idea es ofrecer un espacio para que el invitado diga lo que quiere decir y los anfitriones nos limitemos a formular preguntas sin agresiones y que el público se forme su propia opinión.
Otra cosa es lo que hizo Jorge Ramos con Donald Trump hace un par de días en EU. Me parece absolutamente apropiado que un conductor de noticias —valiente y a su manera humilde, ya que los conductores no suelen presentarse en las conferencias de prensa— interpele a un personaje que ha sostenido posiciones personalmente ofensivas e insultantes para Ramos y para millones de mexicanos en EU. Es muy distinto que un periodista, como lo es Ramos, vaya a donde está Trump y lo increpe siendo que muy pocos lo hacen en general y prácticamente ningún mexicano lo hace en particular.
Aplaudo el periodismo de confrontación, de interpelación, agresivo y duro cuando se es periodista y cuando el político sostiene posiciones odiosas para un sector determinado de la población. Felicito a Ramos. Solo que ese periodismo no es el mío, para empezar porque no soy periodista y en segundo lugar porque no lo sabría hacer. Sí me permito sugerir que otros periodistas mexicanos en EU, de medios estadunidenses o de medios mexicanos enviados allá, tengan los mismos pantalones que Ramos y hagan lo mismo que él.

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