AMLO y aguas profundas

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En todo el griterío sobre si las candidaturas independientes van dirigidas contra AMLO (por Salinas y Diego Fernández), según los pejezombies, o equivalen a un partido en ciernes (el Grupo Virreyes, según los margaritos, es decir, los independientes con partido), se pierde un problema real que muy pronto puede reventar las perspectivas de la reforma energética.
Me explico. En la legislación secundaria, tal y como está hoy redactada, el gobierno puede, por decisión administrativa y sin arbitraje internacional forzoso, expropiar cualquiera de las licencias otorgadas. No existen garantías de audiencia, apelación y mucho menos de un arbitraje internacional obligatorio y vinculante para determinar los montos de compensación. En las primeras dos etapas de la Ronda 1, no importa mucho: las inversiones son pequeñas. Pero cuando se llegue a aguas profundas, y si se cumplen aún en pequeña escala y con demoras las expectativas, las cosas cambian.
Se tratará de inversiones de decenas de miles de millones de dólares, sobre más de diez años, y que requieren de seguridad jurídica y financiera de otra índole. Por definición, las empresas gigantes saben que el próximo gobierno puede no ser partidario de la reforma, e incluso tratar de revertirla. López Obrador ya lo ha advertido, en sendas cartas a los majors, pero es probable que conforme se acerque 2018 irá más lejos, sus amenazas serán más directas: sobre advertencia no hay engaño.
Ante este riesgo existen dos antídotos: asegurar que López Obrador no gane en 2018 —imposible— u ofrecer garantías antiexpropiatorias y/o de indemnización casi blindadas, incluso bajo un gobierno de AMLO. Las compañías petroleras ya han hecho saber al gobierno su inquietud; este ha respondido buscando resolver el tema en los contratos. Me dicen algunos de los representantes de las empresas que no basta; que se tiene que modificar la legislación secundaria de la reforma energética. Ciertos analistas muy avezados me dicen que el tema esta cubierto por el Tlcan y por el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea; tampoco sé si alcance para convencer a alguien para invertir 60 mil millones de dólares.
Escójanle: cambiar la legislación secundaria de la reforma energética, de las condiciones actuales; convencer a las petroleras de que con blindaje en los contratos basta; o convencerlas ya sea de la maduración del Peje, ya sea de su derrota. Qué bueno que solo tengo obligaciones de Pemex y de Petrobras, que no tienen vela en este entierro.

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