Mariguana, SCJN, EPN y Obama

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La decisión de la SCJN sobre la mariguana le brinda una magnífica oportunidad al Poder Ejecutivo para empezar a abandonar la guerra del narco (cuya violencia ha vuelto a subir: más homicidios dolosos por 100 mil habitantes en 2015 que en 2014) en el frente interno y también frente a Estados Unidos. Ojalá tenga la audacia y el realismo para aprovecharla.
En lo interno, puede proceder de varias maneras. En primer lugar, instar al PRI a aprobar las iniciativas de ley que seguramente presentarán varios legisladores próximamente para adecuar la Ley de Salud al fallo de la Corte. El que dicho fallo se centre en derechos humanos y en la primacía de los mismos en la Constitución (gracias a la reforma de 2011 impulsada en gran parte por Santiago Creel) significa que otros tribunales probablemente otorguen el amparo a otros grupos como Smart, sin que siquiera tengan que llegar hasta la SCJN. Más aún, la propia Cofepris dudará en negar la autorización a otros clubes invocando disposiciones de la Ley de Salud que ya fueron declarados inconstitucionales por la Corte. Mejor legislar para adecuar, que librar batallas de retaguardia.
Mientras, sin embargo, se pueden tomar otras medidas. Se podrían detener o reducir las quemas de sembradíos de mariguana en las sierras del país, evitando así fricciones con agricultores trabajando por cuenta propia o por encargo de los cárteles. Se podrían reducir o suprimir las detenciones de tráileres transportando mariguana hacia el norte, e interrumpir la búsqueda de narcotúneles en la frontera. ¿Para qué gastar recursos y correr riesgos buscando túneles destinados a introducir una sustancia en parte ya legal en México a un destino donde también es en parte legal?
Frente a Washington, EPN puede ir más lejos: ¡Perdimos, Obama! De la misma manera que el presidente de EU ha insinuado que no es responsable ni adversario de las decisiones de los estados de la unión americana que han legalizado el uso terapéutico o recreativo de la mariguana. De hecho, ha empezado a adecuar el comportamiento de las instancias federales a las nuevas disposiciones estatales. EPN podría organizar una reunión con Obama para conversar sobre el tema, y ver cómo ambos países, ahora con Canadá —cuyo nuevo primer ministro hizo campaña con la bandera de la legalización de la mariguana— pueden dejar atrás la postura prohibicionista y punitiva frente a las drogas y diseñar un enfoque basado en los derechos humanos, y en la segmentación de mercados, y en hechos científicamente comprobados. No queda más que felicitar a Arturo Zaldívar, a José Ramón Cosío, a Olga Sánchez Cordero y a Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena por su voto valiente, audaz, y moderno.

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