Mariguana: tarde otra vez

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Muchos hemos dicho a lo largo de los años que en México siempre llegamos tarde. Para hablar de historia reciente, entramos al GATT un lustro después de haber podido. En 1980, López Portillo escuchó las voces de su gabinete y decidió que no (full disclosure: mi padre votó en contra). En 1988, cuando Canadá firmó un TLC con Estados Unidos, nos esperamos hasta 1994 para el TLCAN.
Alcanzamos la alternancia hasta el 2000, por lo menos seis años tarde, y mucho tiempo después del resto de América Latina (a excepción de Cuba). Nuestra apertura energética se demoró aún más, lográndose formalmente en 2014. Si algunos nos adelantamos siempre, y por eso nos equivocamos, México parece atrasarse siempre, y también por eso nos equivocamos.
El nuevo mejor ejemplo es la legalización de la mariguana. Un grupo de ex secretarios de Estado, intelectuales y activistas, promovimos la despenalización vía el aumento del gramaje permitido en el Distrito Federal (cuando existía), hace ya casi tres años. Por diversas razones, la iniciativa no prosperó. Varios legisladores propusieron lo mismo, en la capital o a escala nacional. No tuvieron éxito. La Suprema Corte finalmente falló como sabemos a finales del año pasado, pero el gobierno de la República ha hecho todo para acotar la sentencia.
Después de este larguísimo debate, el gobierno de EPN y el Senado (que por cierto ya organizó muchos otros foros antes) han lanzado un debate para… ver qué hacemos. El resultado, según todas las indicaciones, va a ser un nuevo retraso.
El estado de California, donde viven más ciudadanos mexicanos que en cualquier otra entidad de la República salvo el Edomex, la CDMX y Veracruz, legalizó el uso medicinal de la mariguana en 1996. Los causales son tan amplios —ansiedad crónica, dolores reumáticos, necesidad de portar solo una recomendación y no receta médica— que equivale a una despenalización plena. Para no dejar, en noviembre de este año se aprobará vía referendo el uso recreativo, desde la producción hasta la venta en expendios.
El secretario de Gobernación, el jefe de Gobierno capitalino y hasta el inefable Mondragón y Kalb parecen aceptar ya, como gran cambio, la aceptación jurídica y supuestamente logística, de la mariguana terapéutica. Otros partidarios de medidas más radicales describen esta postura como un paso adelante.
Tal vez lo sea —dependiendo de los causales que se estipulen—, pero me quedo con las ganas y la inconformidad por una decisión hipotética tardía, timorata y ambigua. De darse nos retrasamos 22 años con relación a California. ¿De plano no podemos ponernos al día? ¿Ni siquiera donde viven millones de mexicanos?

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