“3de3 y la partidocracia”

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Quienes se ilusionaron con el movimiento 3de3, con sus 600 mil firmas y sus ágiles y prestigiados voceros, deberán hoy atemperar su entusiasmo. No porque la iniciativa de ley entregada con las firmas al Congreso no sea buena, ni deje de influir en el ánimo de los legisladores, ni tampoco porque pretenda menoscabar la fuerza de una sociedad civil de organización y activismo incipientes. Mi pesimismo se debe a una razón: al final, todo desemboca en los partidos en las cámaras, y de allí no sale absolutamente nada.
De Morena no hay que esperar mucho: López Obrador fulminó que la 3de3 era demagógica y una simulación. El PAN y el PRD en el Senado actuaron como siempre: se negaron a utilizar su coalición de veto en otros temas (embajadas, presupuesto, mando único, mariguana) para imponerle la 3de3 (dentro o fuera del Sistema Nacional Anti-Corrupción) al gobierno. Y el PRI echó a andar su mecánica infernal de carcomer los dientes de la idea, hasta volverla irreconocible.
Los líderes de las bancadas priistas en el Congreso han cabildeado para que no sean públicas las declaraciones patrimoniales, fiscales y de intereses; que se suprima la obligación de incluir cónyuges, y se reduzca el detalle de cada declaración. En otras palabras, que sigamos más o menos como estamos.
Conviene agregar, en detrimento de los animadores de 3de3 que abrieron la puerta a estos debilitamientos, un dato decepcionante. Cuando hace tres semanas entregué mi declaración como persona de interés público, fui informado que en materia fiscal no se exigía la declaración de impuestos completa, sino únicamente la llamada carátula, es decir el acuse de recibo del SAT, sin montos, detalles de ingresos o de impuestos. Aclararon que la mayoría de los candidatos o funcionarios que entregaron su 3de3 lo hicieron con la mera carátula: un engaño casi priista. Envié todo: quien así lo desee, puede revisar mi declaración para 2014 en 3de3, Personas de Interés Público, Jorge G. Castañeda.
Los partidarios de iniciativas como ésta deberán rehacer sus cuentas. Con estos partidos, y sus diputados y senadores, es casi imposible que prosperen las escazas demandas de la sociedad civil organizada. Si esa es la vía que prefieren para mejorar las cosas, en cuanto a impunidad, corrupción y derechos humanos, quizás deban contemplar complementos electorales de su activismo. Por ejemplo: hacer una lista negra de candidatos a diputados y senadores por quienes nunca votarían y a quienes denunciarían antes los votantes en general; abrir una lista “blanca” de candidatos que hayan pasado algún tipo de “prueba del añejo” en estas materias; o de plano, conseguirse una candidatura presidencial independiente o de partido totalmente comprometida con estos objetivos. Suerte.

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