La audacia (o el pragmatismo) de Zedillo

Jorge Castañeda

La semana pasada Ernesto Zedillo publicó un editorial en The New York Times, en coautoría con el cubano-americano Carlos Gutiérrez, ex secretario de Comercio de George W. Bush, sobre los flujos migratorios entre México y Estados Unidos. El texto constituye un resumen de un informe, mucho más largo, titulado Frontera compartida, futuro compartido: Un plan para regular la movilidad laboral entre México y Estados Unidos. Se trata de una iniciativa de posible gran trascendencia, y de contenido seguramente acertado.

La tesis central es muy sencilla: “Proponemos un nuevo acuerdo bilateral para regular los flujos futuros de trabajadores poco calificados entre México y Estados Unidos”. Reconocen que siguen partiendo hacía el norte entre 150 y 200 mil mexicanos cada año. Y concluyen: “Hemos intentado el unilateralismo durante dos generaciones, y ha fracasado.” Más claro el enfoque… imposible.

Desde hace varios decenios, expertos como Jorge Bustamante postularon la necesidad de un enfoque bilateral para el tema migratorio. Durante los primeros tres o cuatro años del gobierno de Fox, tanto bajo mi gestión en la Secretaría de Relaciones Exteriores como la de Luis Ernesto Derbez, se sostuvo la tesis de que el asunto migratorio no era un tema interno de Estados Unidos, sino algo perteneciente, de manera más que legítima, a la agenda bilateral. A partir del 2006, en parte por razones norteamericanas, en parte por el miedo mexicano, se abandonó este precepto.

Durante los dos siguientes sexenios, se volvió a la postura retrógrada del siglo veinte. La suerte de los mexicanos en Estados Unidos constituía un asunto interno de ese país; la posición mexicana se reducía a la protección consular de sus derechos (en condiciones terriblemente adversas). Hoy se manifiesta en la tesis discutible, y probablemente equivocada y dañina para México (así se lo expresó Vicente Fox a Bush en febrero de 2001), de fomentar la naturalización de los residentes mexicanos en EU, para que voten contra Trump (ni el tiempo ni los números alcanzan).

Volver al bilateralismo es un gran paso adelante. Ciertamente, tengo la convicción absoluta, por haber seguido de cerca el tema desde hace 30 años, que sin un componente relativo al destino de los 6 millones de indocumentados mexicanos que hoy viven en EU, no hay acuerdo bilateral que prospere. El Partido Demócrata jamás lo aceptaría. Fue la lógica de la enchilada completa.

Pero que Zedillo y Gutiérrez resuciten el carácter bilateral del fenómeno migratorio y de sus posibles soluciones es fundamental. En una de esas, Trump los escucha (aunque el cubano-americano se haya negado a apoyarlo). Y en una de esas gana y en materia migratoria se vuelve Nixon en China. Wishful thinking? Sí, pero es lo que nos queda.

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