Ven en retorno una mala opción

Genaro Lozano

Es la tierra de Joe Arpaio, el brutal sheriff caza migrantes, y de la SB1070, la llamada ley del odio que criminalizaba a los migrantes sin documentos. Si hay un estado de la Unión Americana en donde nuestros connacionales necesitan ayuda en la era Trump es Arizona.

Unos 16 legisladores mexicanos, el Gobernador de Morelos, un subsecretario de la Cancillería, la Cónsul en Phoenix, legisladores locales de Arizona y organizaciones de defensa a inmigrantes participaron en el segundo encuentro de Agenda Migrante, un esfuerzo coordinado por el ex Canciller Jorge Castañeda y por la doctora Eunice Rendón.

Durante ocho horas, los convocantes sentaron frente a frente a 40 mexicanos sin documentos, principalmente mujeres, en la capital de Arizona para escuchar sus historias, demandas, inquietudes y para comprometerse a apoyarlos.

Del vecino California llegan noticias de que el Servicio de Inmigración y Aduanas de EU (ICE, por sus siglas en inglés) acaba de deportar a más de 160 inmigrantes durante redadas esta semana.

El temor y las dudas se escuchan una a una en las personas que toman el micrófono en un salón de la Fundación Comunitaria de Arizona. Los funcionarios escuchan, toman notas, ven las lágrimas de las mujeres que piden ayuda para sus hijos y que al mismo tiempo se quejan de la corrupción en México. Afuera de la sede del encuentro, un pequeño grupo repudia el gasolinazo en México y grita “¡Ni PRI, ni PAN, ni PRD!” y “¡Fuera Peña Nieto!”.

En el salón, Castañeda pregunta: ¿qué prefieren, ayuda de las autoridades mexicanas para una repatriación voluntaria o ayuda legal para pelear en las cortes de EU? Cuenta manos levantadas. Sólo una pide ayuda para repatriación voluntaria; las demás exigen ayuda legal para quedarse en el que ya consideran su país también.

Están en resistencia y rematan “No queremos regresar a México. Hay demasiada violencia y corrupción”.

Una mujer levanta la voz y pide ayuda, pero para irse a otro país que no sea México. Los legisladores hacen muecas, pero anotan el contundente mensaje.

Durante ocho horas se da un diálogo y se ofrecen compromisos. Un senador señala que se consiguieron 50 millones de dólares para apoyar a los 50 consulados que tiene México en EU. Es decir, un millón por consulado o, si pensamos en que el universo de personas en riesgo de ser deportadas a México por Trump es de 12 millones, entonces la cifra es ridícula: 4 dólares por persona. No alcanza para nada. Los migrantes piden más recursos, Héctor Aguilar Camín anota y los legisladores se comprometen a revisarlo.

La Cónsul en Phoenix da su teléfono a las mujeres que le reclaman desatención consular y que le exigen apoyo 24 horas, 7 días a la semana.

Un dreamer pide la palabra y regaña a un moderador. “No me digas lo que tú piensas, ¡escucha! Los dreamers somos diversos”. Se identifica y reclama apoyo a migrantes transexuales que enfrentan una doble discriminación. La presidenta de Conapred ofrece revisar el tema e incorporar también la atención a inmigrantes LGBT.

Dos legisladores mexicanos toman la palabra y se autoproclaman “activistas”, prometen iniciativas para las remesas y agilizar los trámites para el envío a México de bienes acumulados por migrantes deportados.

Al final, Rendón anuncia el compromiso de regresar a Arizona en tres meses y convoca a un siguiente encuentro en Washington DC. Los migrantes se van satisfechos. Salieron del anonimato porque creyeron en el diálogo y parten con la encomienda de dar seguimiento a los compromisos ofrecidos por los funcionarios mexicanos. Anotan sus e-mails, sus cuentas de redes sociales y los graban diciendo sus compromisos. En tres meses más regresarán a revisar si cumplieron, si es que no han sido deportados al país al que no quieren regresar.

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