Ícono del sitio Jorge Castañeda

López Obrador y los derechos humanos

El Financiero

Jorge Castañeda

El nuevo episodio de aparentemente uso desproporcionado de la fuerza y con un índice de letalidad inexplicable por parte de la Marina en Tepic, Nayarit, con trece “abatidos” por parte de los “malos” y cero por parte de los “buenos” ha despertado cuestionamientos que antes no habíamos visto. En particular, me resulta especialmente interesante que en esta ocasión Andrés Manuel López Obrador sí haya protestado y denunciado la guerra de Calderón y de Peña contra el narco.

Probablemente no tuvo razón al afirmar que los muertos eran menores de edad; tampoco la tuvo en pensar que no eran sicarios o semicapos, o capos del narco. Pero por lo menos ahora empezó a preocuparse por las violaciones a los derechos humanos en México, por la guerra contra el narco, y por los inexplicables índices de letalidad que se dan en nuestro país. Es interesante que por fin López Obrador empiece a entender que más allá de si los narcos, la violencia, la inseguridad y el crimen organizado son o no productos de la pobreza, la desigualdad y la mafia en el poder, son criticables y denunciables en sí mismos, y que dicha guerra no tiene el menor sentido.

El siguiente paso es saber si para López Obrador los derechos humanos son un asunto primordial o no. Si se tratara simplemente de un político tabasqueño, transfugado al DF durante seis años, y sin futuro en México, la verdad no le importaría a nadie lo que piensa. Pero tratándose no sólo del candidato puntero para las elecciones del 2018, sino muy posiblemente el próximo presidente de la República, sus posturas ante el tema primordial, absolutamente decisivo en México hoy, de los derechos humanos y sus violaciones, resultan especialmente interesantes.

Pasando de un extremo al otro, en una entrevista con León Krauze hace pocos días, parecía preocuparle la detención de Leopoldo López en Venezuela: una clarísima violación a los derechos humanos en ese país. Obviamente nunca se había pronunciado sobre cualquier situación en Venezuela, limitándose a repetir incansablemente la idiotez en 2006 y 2012 que él no conocía a Hugo Chávez (como si todos los católicos hubieran conocido a Jesucristo). Tampoco se había escuchado jamás una crítica a las violaciones a los derechos humanos en Cuba. Pero nunca es tarde: si ahora sí le preocupan las violaciones a los derechos humanos en México, enhorabuena. Sólo que entonces de ahí se derivan varias consideraciones.

¿Qué parte de la guerra del narco le disgusta o con qué parte está en desacuerdo? Quienes hemos denunciado la absurda, sangrienta y optativa guerra de Calderón contra el narco desde el principio, hemos propuesto también una alternativa: legalizar las drogas, o por lo menos la mariguana; crear una policía nacional única, y mandarle la señal sin negociaciones explícitas al narco, que mientras se dediquen al narco y no a extorsionar, secuestrar, asaltar, violar, etcétera, se trata de una actividad empresarial aceptable para el Estado mexicano. López Obrador obviamente nunca va a decir algo de esto, primero porque no lo entiende, segundo porque está en campaña y probablemente sería políticamente peligroso hacerlo. Pero el tema es que si no está de acuerdo con la guerra del narco de Calderón y de Peña, con la violación a los derechos humanos, con el involucramiento del Ejército y de la Marina, entonces ¿Qué propone? ¿Cuál de las posibles soluciones es la que a él le gusta?

La campaña presidencial ha empezado, los candidatos están ya presentando sus propuestas y sus críticas. Es el momento en que todos debemos preguntarles, empezando por los punteros, es decir López Obrador, Margarita Zavala de Calderón y Miguel Ángel Osorio Chong, ¿qué piensan? De Osorio Chong no tenemos muchas dudas, piensa lo que piensa Peña, por eso ha sido su Secretario de Gobernación todo este tiempo. De la señora Calderón tampoco debemos tener muchas dudas, piensa lo que piensa su marido, hasta que diga lo contrario. Pero López Obrador sí puede ser, en esta materia, un enigma, ojalá empiece a despejarla lo más pronto posible para que sepamos a qué atenernos. Calderón nunca nos habló de su guerra hasta que la inició y Peña Nieto nos dijo que iba a poner un término a la misma. No lo hizo.

Salir de la versión móvil