Los datos de sangre y plomo

El Financiero

Jorge G. Castañeda

Dos series de datos publicados a finales de la semana pasada vuelven a ilustrar el carácter delirante de la guerra del narco de Calderón y Peña Nieto. Primero los muertos. Las cifras de junio de homicidios dolosos –todos, vinculados al narco o no– divulgadas por el Secretariado ejecutivo del Sistema nacional de Seguridad pública (así con algunas mayúsculas y nombre rimbombante entero, para que no se sientan menospreciados los burócratas) arrojaron los totales más altos de la historia. En el mes de junio, fueron víctimas de homicidios dolosos 2 mil 566 personas en México, haciendo del mes pasado el más sangriento desde que el SESNSP levanta datos; es decir, desde 1997. El INEGI recopila números análogos, aunque con una ligera distorsión hacia arriba, desde 1992, pero no ha publicado todavía la información de 2017; extrapolando, estamos muy por arriba de ese año. Algún tontito por allí descubrirá que en realidad la cifra total de homicidios –dolosos y culposos– de junio superó por 69 víctimas la de mayo, sin recordar que mayo tiene 31 días, y junio, 30.

Si nos remitimos al primer semestre del año, el total registrado de homicidios dolosos alcanzó 13 mil 729, mayor que el primer semestre de 2011, el año rojo de Felipe Calderón, con 10 mil 324, un incremento de 33%. El dato del mes pasado es el más alto desde que comenzó la guerra, y más que duplica la cifra del primer año de la misma, a saber 2007. De acuerdo con varios medios, de mantenerse la tendencia actual, este año cerrará en más de 27 mil homicidios dolosos, alrededor de 25 por cada cien mil habitantes, el peor año de la historia moderna de México y cercano al nivel de Brasil. Si nos vamos al desglose diario, como Alejandro Hope, entre 2016 y 2017 el total de homicidios por día pasó de 61 a 85. Chapeau, EPN. Fox le entregó a Calderón el país menos violento de nuestra historia moderna; Peña a López Obrador, el más.

¿A cambio de qué? ¿De algo peor? Difícil de imaginar. ¿De la pérdida por el Estado del control territorial del país? ¿Cómo hoy en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa, Baja California? ¿De haber reducido el consumo de drogas en México? Ya vimos en estas notas como la encuesta más reciente muestra que México es un país de consumo muy bajo, ligeramente superior al de hace 5 años. ¿Que llegue menos droga a Estados Unidos? De mariguana, quizás. Porque hemos perdido segmento de mercado debido a la legalización allá y los “heroicos” decomisos aquí, pero nada más. En Colombia se siembran nuevamente más hectáreas de hoja de coca que nunca, y aunque una parte se encamine a Europa vía Venezuela y África, y otra hacia EU, pero vía el Caribe y el Golfo, el destino principal sigue siendo nuestro vecino, y el conducto principal, nosotros. El único cambio es la heroína, producida a partir de la amapola. A ella se refiere el otro dato sangriento de la semana.

Según datos de la Secretaría de la Defensa publicados por Reforma el 21 de julio, el promedio mensual de hectáreas sembradas con amapola detectadas por el Estado se duplicó entre 2016 y 2017. Durante el primer semestre del año pasado, se cultivaron mil 837 hectáreas de amapola por mes; este año, el promedio mensual aumentó a 3 mil 702 hectáreas. El total para 2016 fue de 26 mil hectáreas bajo cultivo; de seguir la tendencia actual este año, se alcanzará una cifra de 44 mil hectáreas. Pero no sólo eso. De acuerdo con un oficial de la Sección Séptima del Ejército citado por Reforma, “una semilla normal hace crecer una planta con 8 a 10 bulbos; la semilla mejorada logra más de 40 bulbos”. Vamos bien.

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