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Ardidos

El Financiero

Jorge G. Castañeda

Es evidente la apuesta del gobierno de Enrique Peña Nieto con Margarita Zavala de Calderón. Le quita votos al Frente, está presente en los foros y los debates, y cuestiona sistemáticamente a cualquier candidato o candidata del Frente. Lo cual no significa que allí resida la motivación profunda de Zavala Calderón, ni que sus propósitos se cumplan. Más aún, es factible que su desplante –que por cierto yo celebro, ya que el calderonismo en el PAN es lo peor que le haya sucedido– no desemboque en consecuencias contrarias al Frente que ellos desean. No descarto, para nada, que la decisión de la esposa de Felipe Calderón responda a pulsiones personales, muy legítimas, por cierto.

Primera esperanza: que Zavala Calderón no consiga las firmas necesarias para figurar en la boleta. Me han replicado en redes sociales que el hecho de que Calderón se haya opuesto con tanta virulencia a las candidaturas independientes en 2007 y 2008 muestra que su esposa es autónoma de él. No sé, pero sí creo que las condiciones para las candidaturas independientes, de Calderón, ya no presidente, y de su aliado Peña Nieto, son leoninas. No sé si a Zavala/Calderón le alcance.

Supongamos que obtenga el millón y pico de firmas necesarias, tomando en cuenta la merma inevitable del INE, aunque tanto el instituto como el tribunal trabajen para Peña. Nadie puede esperar que Zavala Calderón, sin el partido suyo y el de su marido, brille con luz propia. Es una candidata de 6.0 o 7.0 por ciento. La pregunta entonces se resume en algo muy sencillo: ¿por qué su ruptura y por qué su candidatura independiente, visto que ella y su marido las habían combatido siempre?

Hay dos hipótesis, ambas inteligentes y verosímiles. La primera es la de los ardidos: Calderón y su esposa se enojaron, debido a las trabas que les puso Ricardo Anaya para que ella fuera la candidata del PAN a la presidencia, que prefieren hacer ganar al PRI (Peña Nieto, su cómplice desde 2011) o incluso a Andrés Manuel López Obrador, que a Anaya o a otro candidato apartidista del Frente. Es la tesis de los ardidos, para la cual existe una expresión más procaz.

La segunda hipótesis es que Peña y Calderón, ante la amenaza del Frente, hayan decidido hacer causa común, pensando que, en la segunda vuelta de facto, entre AMLO y el PRI, gana el segundo. Dudo que tengan razón, pero no es absurdo el planteamiento. Hablando en plata, no queda claro lo que ganan Margarita y su marido, salvo la posible derrota de Anaya. Pero si se trata de contribuir a la victoria del PRI, con el candidato que sea, dentro del pacto de la omerta que muchos detectamos hace algunos años, la estrategia no es para nada aberrante.

La clave del asunto consiste en el arrastre de Zavala Calderón y la respuesta del Frente. Muchos piensan, con fundamentos, que si Margarita consigue las firmas, puede llegar a 7.0-8.0 por ciento del voto, y arrebatarle el triunfo a cualquier candidato o candidata del Frente. Otros creen que se va a desfondar, ya que las disidencias dentro del PAN nunca han prosperado. Anaya enfrenta una disyuntiva del diablo. Ya lo he dicho: si quiere la candidatura del Frente, es suya. Pero la mejor respuesta a Zavala/Calderón, a la comentocracia anti-Frente, y a los votantes panistas dubitativos, de que Anaya sólo quiere la candidatura del Frente para él, es declinarla, y apoyar a una opción no partidista. Hay varias…

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