Vergüenza

Jorge G. Castañeda

La foto de la agencia France Press, de un par de militares mexicanos deteniendo a una mujer y a su hija al tratar de ingresar a territorio norteamericano, es sintomática de lo que está sucediendo en México hoy, para desgracia de todos los mexicanos. Cuando el gobierno de López Obrador anunció el acuerdo con Estados Unidos dijo una parte de la verdad y calló otra. Poco a poco fue divulgándose lo que se había callado, pero nunca se anunció que las autoridades mexicanas enviarían a casi 15,000 efectivos de la llamada Guardia Nacional a la frontera norte para impedir la salida de nacionales de otros países a Estados Unidos.

Supongo que estos efectivos de la Guardia Nacional están tan bien entrenados que pueden distinguir rápidamente, casi de inmediato y en automático, entre un hondureño y un mexicano y, si la persona que quiere adentrarse a Estados Unidos es mexicana, la dejarán pasar, mientras que si es hondureña la detendrán y la enviarán a un albergue en alguna ciudad fronteriza para que de ahí se procese su regularización o deportación. No sé muy bien cómo le haga el guardia nacional en cuestión para distinguir entre un mexicano y un hondureño: otra vez, la imbecilidad del himno nacional, de la alineación de la selección nacional en el mundial del 86 o del 70, o alguna canción de Pedro Infante (por cierto, los hondureños se saben las de Pedro Infante).

La vergüenza consiste en utilizar recursos públicos –humanos y financieros– para detener a centroamericanos que buscan salir de México y entrar a Estados Unidos. No es del todo ilegal. He comentado en muchas ocasiones –en un par de libros y en numerosos artículos– que la Ley General de Población prohíbe la salida del país, salvo por puntos previamente establecidos y con toda la documentación en orden. Es un hecho que constituye una violación de dicha ley el buscar salir de México por cualquier lugar no debidamente inscrito como tal. El problema no es de legalidad. Es de moralidad, de ética, de interés nacional.

No es sencillo entender cómo López Obrador llegó a esto. A tal grado es difícil, que él mismo parece no entenderlo. En una declaración, antier o ayer, insinuó que no estaba de acuerdo y que no eran esas las instrucciones de los militares en la frontera. Lo dijo en relación a derechos humanos, no a una política pública. No es una violación a los derechos humanos de los centroamericanos el impedirles salir de México a Estados Unidos, es una violación a principios éticos básicos, de un país que sigue siendo fundamentalmente generador de flujos hacia el exterior. Muchos tontos útiles en México y en Estados Unidos se han convencido desde hace algunos años de la tesis de la suma cero: regresan más mexicanos de Estados Unidos que los que se van. Es totalmente falso, a menos de que se considere a los deportados de Obama y de Trump como retornos voluntarios, y que no se contabilicen las salidas legales con visas H2A y H2B principalmente. México sigue siendo un país de emigrantes, no de inmigrantes mexicanos. Siguen siendo muchos más los mexicanos que se van que los centroamericanos que llegan y se quedan.

Yo me imagino que López Obrador y Ebrard sabían perfectamente a lo que se habían comprometido con Estados Unidos durante esos días infames en Washington. Pero no descarto que hasta ahora comprendieron a cabalidad el alcance de su sumisión. Detener a centroamericanos y, de manera inevitable, a mexicanos que también quieren irse a Estados Unidos con o sin papeles, por puntos predeterminados o fuera de ellos, es una infamia, propia en efecto del Ejército mexicano, que nunca se ha tentado el corazón de poner en práctica las órdenes reprobables, y en su caso criminales, del mando civil. En otros países, desde 1945, la llamada obediencia debida, no ha sido aceptada como una exoneración de culpa o de responsabilidad por violar la ley, o peor aún, la ética.

Este es el lío en el que se ha metido López Obrador. A ver cómo le hace para salirse de él. Lo único positivo de todo esto es que un buen segmento de la comentocracia, que hasta hace pocos días había permanecido por completo indiferente al tema migratorio centroamericano y en relación con Estados Unidos, ahora comienza, muy poco a poco, a indignarse. Enhorabuena.

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