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Gabinete: ¿continuidad o cambio?

Con la excepción de algunos cargos importantes —SedenaPemexCFEIMSSSemar— ya conocemos el gabinete del próximo gobierno. Más allá de si sus integrantes reflejan criterios de un tipo o de otro de parte de quien los nombró, puede resultar interesante determinar qué tanta continuidad hay, y qué tanto cambio, en relación al sexenio que concluye. Una manera de proceder consiste en comparar el número de personas de este gabinete que ocuparon posiciones de primera línea en el previo gobierno, con el número de personas correspondiente en los regímenes anteriores.

Eso trataré de hacer en esta nota, con ciertas reservas. En primer lugar, comparando lo comparable: de sexenios de un partido con sexenios del mismo partido; de cargos de gabinete “legal ampliado”, es decir, de cargos de primer nivel, aunque no sean propiamente del gabinete, por ejemplo, líder del partido de gobierno, o líderes de ambas cámaras. Y que la repetición no sea inmediata, o sea, que alguien que estuvo en el gabinete de Echeverría al principio de su mandato, pero que salió del mismo a medio sexenio, puede haber reaparecido en el gobierno de López Portillo.

De los 21 miembros ya nombrados por Claudia Sheinbaum, y añadiendo los líderes de ambas cámaras y la presidencia de Morena, 13 repiten en el mismo cargo o en otro, también de primera línea: Luisa María Alcalde, Alicia Bárcena, Marath Baruch Bolaños, Raquel Buenrostro, Lázaro Cárdenas Batel, Juan Ramón de la Fuente, Mario Delgado, Marcelo EbrardAdán Augusto López, Ricardo Monreal, Ariadna Montiel Reyes, Rogelio Ramírez de la O y Rosa Icela Rodríguez en Morena.

Del equipo entrante de José López Portillo, de 1976, los siguientes titulares ocuparon cargos de primera línea en el gobierno de Luis Echeverría: Arsenio Farell, Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muñoz Ledo, Pedro Ojeda Paullada y Jesús Reyes Heroles, esto es, cinco en total. Del grupo gobernante de Miguel de la Madrid, de 1982, fueron designados cuatro titulares con rango equivalente en el gobierno saliente: Arsenio Farell, Pedro Ojeda Paullada, Jesús Reyes Heroles y Jesús Silva Herzog. Del equipo de Carlos Salinas de Gortari, en 1988, ocuparon puestos centrales y procedentes del gabinete “legal ampliado” de De la Madrid, Manuel Bartlett, Manuel Camacho, Jorge de la Vega (presidente del PRI), Arsenio Farell e Ignacio Pichardo: 5 personas. Del núcleo fuerte de Ernesto Zedillo, designado en 1994, repitieron Santiago Oñate, Ignacio Pichardo y Jaime Serra, o sea, tres funcionarios. Finalmente, en el gobierno panista de Felipe Calderón (2006), fueron designados del equipo de Fox, Santiago Creel, éste durante once meses como líder del Senado, Rodolfo Elizondo, Eduardo Medina Mora y Josefina Vázquez Mota (4 personas). Podría también incluir a Eduardo Sojo, que sin ocupar un cargo formal de gabinete con Fox, ejercía funciones análogas.

En otras palabras, el promedio de “repetidores”, en el mismo cargo u otro de nivel equivalente fue de cuatro cada sexenio. Excluí a propósito a políticos que fueron relegados a la banca durante un sexenio para reaparecer en otro, como Carlos Hank González (con JLP y Salinas), Fernando Solana (igual, con JLP y Salinas), Luis Téllez (con Zedillo y Calderón), o Jesús Reyes Heroles González-Garza (con Zedillo y Calderón también). Y desde luego cabe en la fatalidad que haya omitido por inadvertencia algún personaje más o menos destacado. Se puede discutir tal o cual inclusión o exclusión, sobre todo los que fueron pre nombrados en el sexenio saliente pero en realidad su designación obedeció al presidente por venir, por ejemplo, y hasta cierto punto, Jesús Silva Herzog en Hacienda en 1982.

Los números son elocuentes. Sheinbaum ha nombrado a tres veces más integrantes del equipo de López Obrador que el promedio del último medio siglo. Muchos comentaristas concluirán que esto se debe, como en el caso de algunos de los secretarios mencionados, a una imposición de su predecesor (sobre todo de Echeverría con López Portillo). No es imposible, pero yo prefiero otra explicación.

El “talent pool” (o “corral” de talento) de Morena o de la 4T ha sido y sigue siendo ralito. Por eso López Obrador se vio obligado a recurrir a numerosos priistas, unos más respetables que otros, o a cambiar con frecuencia de secretarios (tres de Hacienda, por ejemplo, o tres de Economía). Sheinbaum enfrenta el mismo reto, como lo enfrentó a su manera Fox. Si se quiere dejar fuera a una cantidad importante de los cuadros de los sexenios anteriores, no es fácil encontrar recursos humanos de calidad, experiencia y lealtad entre los demás. Sheinbaum se ha visto obligada a nombrar a tanto colaborador cercano y de alto nivel de López Obrador en buena medida porque carece de una camarilla propia lo suficientemente ancha y profunda para prescindir de los funcionarios de AMLO.

A lo cual se suma, más que la idea de una imposición, la del veto de AMLO. Sé, con bastante confianza, que en Pemex una de las posibles propuestas de Sheinbaum, un excolaborador de López Obrador en el 2006, y con conocimiento del ramo, fue vetado por el Presidente por considerarlo pro Xóchitl. Asimismo, es posible que el próximo embajador en Washington, la primera embajada del país, sea ocupada por un joven funcionario competente y conocedor, del equipo de Ebrard, que sin embargo no aparecería en la lista de cualquier otro gobierno. Su activo: la gran confianza que le tiene López Obrador.

Todo gabinete es provisional. El de Sheinbaum encierra suficientes contradicciones y conflictos latentes que seguramente irán quedándose varios en el camino. Pero si se quiere saber el peso relativo de la continuidad y del cambio, cotejado con otros sexenios, los datos aquí proporcionados pueden servir. Ya cada quien sacará sus propias conclusiones sobre las consecuencias de esta comparación.

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