La bola de nieve y la elección de Estado

Ya arrancó la campaña presidencial de la candidata de la oposición, y pasado mañana arrancará la de la candidata del gobierno. Lo primero que debe quedarle claro a todo el mundo es que no se trata de una contienda entre dos figuras simétricas: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Para nada. Henos aquí ante una competencia entre una coalición opositora con una figura que la encabeza, y el Estado mexicano.

De las gelatinas al aspiracionismo

Quiero suponer que todo saldrá bien para el Frente. De una manera u otra —prefiero aquella que implica llevar el proceso hasta su culminación el domingo— para el 3 de septiembre habrá candidata competitiva; los demás, todos, le alzarán la mano a Xóchitl y comenzará una nueva etapa en la sucesión presidencial de 2024.

¿De quién son los degollados?

La barbarie exhibida en el video de Lagos de Moreno obliga a afirmar una barbaridad innegable. López Obrador tiene razón: la culpa es de Calderón. Lo cual no lo exculpa de mostrar una falta de empatía casi inhumana, ni de burlarse de la tragedia, ni de haber perpetuado la guerra de Calderón.

Partidos y candidatura: ¿qué hacer?

Llevo veinte años pensando —y de vez en cuando, actuando— para que gente sin partido pueda participar en la arena electoral mexicana. El instrumento idóneo, en mi opinión, consistió en las candidaturas independientes, es decir, la posibilidad de que personas sin partido pudieran figurar en diversas boletas electorales.

La guerra de los libros de texto

Siempre he pensado que la marca sobresaliente de este gobierno es la incompetencia. Podríamos encontrar muchas más: el autoritarismo, la ideología trasnochada de los años setenta, el provincialismo exacerbado, la apelación constante a los peores sentimientos y atributos, que al igual que todos los pueblos, el mexicano también los tiene. Pero no, es la ineptitud.