Todos estamos de acuerdo en que es necesario cambiar a México, pero no necesariamente en cómo hacerlo. Así lo revela la encuesta dada a conocer ayer por El Universal, en la que la mayoría de los mexicanos considera que es urgente hacer una reforma política, aunque al mismo tiempo la mayoría desconoce la iniciativa de reforma presentada por el Presidente Calderón.Así, mientras el 89 por ciento de los encuestados considera que hace falta una reforma política, el 78 por ciento desconoce la iniciativa de reforma enviada por el Ejecutivo al Congreso, aunque una vez que se les presentó a los encuestados el contenido de la iniciativa de reforma, 69 por ciento se expresó a favor de que sea aprobada. La encuesta revela que, a pesar de que la sociedad desconoce la iniciativa de reforma política, está de acuerdo en la mayoría de los cambios que contiene, sobre todo en aquellos que buscan acotar a los políticos y darle mayor poder a la sociedad civil. Y no es para menos: según otra encuesta recientemente dada a conocer (Estudio Nacional Electoral, CIDE, 2009), más de la mitad de los mexicanos está insatisfecho con la democracia y el 70 por ciento se considera algo o poco representado por sus diputados, lo cual coincide con los resultados por demás conocidos del Informe Latinobarómetro de 2009.¿Por donde empezar? Sin un conjunto mínimo de reformas institucionales, las demás son imposibles de lograr, han escrito Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda en su reciente libro Un futuro para México. Y agregan: "no hay verdades absolutas, soluciones milagrosas, ni recetas perfectas en materia institucional o electoral. Todo es experimentación, imperfecciones, ajustes constantes, rectificaciones y volver a empezar". En su clara y concisa publicación, proponen una serie de cambios institucionales que coinciden, en gran medida, con la iniciativa de reforma política del Presidente Calderón. En el libro no están todos los cambios necesarios ni son deseables todas las reformas planteadas, pero se trata de un conjunto mínimo de cambios concretos que, a decir de los autores, constituye el detonante sine qua non para lograr los demás que el país requiere.Es muy probable, sin embargo, que varios de los cambios propuestos tanto en el libro como en la iniciativa de reforma política del Ejecutivo no prosperen. No obstante sería deseable que al menos se eliminaran ciertos candados constitucionales que impiden que algunos de estos cambios puedan producirse en el ámbito local. Y es que varias de las reformas propuestas requieren modificar la Constitución federal para poder así reformar las constituciones locales y abrirse paso en los estados. Sin embargo, pocas entidades toman la iniciativa de promover los cambios a nivel local. La mayoría de los gobernadores y diputados locales actúan más a la zaga de lo que hace o dejar de hacer el Presidente o el Congreso de la Unión, que de acuerdo a las necesidades y potencialidades de sus estados.Si alguna ventaja presenta el federalismo como régimen es, precisamente, la posibilidad de experimentar a escala local. Así por ejemplo, una de las reformas más polémicas y también una de las más apoyadas por la sociedad (64 por ciento, según la encuesta de El Universal), como las candidaturas independientes, podría tener mayor viabilidad en el ámbito local que en el nacional por varias razones, pero sobre todo, por sus implicaciones políticas acotadas. Así, ciertas reformas institucionales podrían "pilotearse" en los estados aún cuando no prosperaran a nivel nacional. Por tanto, la transformación del país empieza por lo local: un buen punto de partida cuando no existen las condiciones nacionales necesarias para cambiar a México.