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Más sobre Brasil

La semana pasada traté de refutar la tesis según la cual los brasileños no hablan mal de Brasil. Ofrecí ejemplos para mostrar con alguna precisión qué se puede entender por hablar mal de Brasil y hacerlo fuera de Brasil. He recibido algunas críticas sobre el artículo, ya sea porque los ejemplos no eran contundentes, ya sea porque la definición del tema parecía difusa. Trataré de paliar ambas.Supongo que cuando Calderón habla de brasileños se refiere a personalidades, y no al pueblo brasileño. El pueblo brasileño no habla. El sujeto del reclamo calderonista no puede ser más que brasileños con nombre y apellido, más bien políticos y conocidos. En segundo lugar "hablar mal" no puede más que significar: criticar las políticas del gobierno en turno. Supongo que a eso se refiere Calderón cuando se irrita por las críticas mexicanas. Yo he criticado la guerra fallida contra el narco, es decir, critico al gobierno y sus políticas, pero sobre el país como tal no me pronuncio, pues el país no es el sujeto de estos actos. Y cuando se habla "del exterior", entiendo que se refiere a lo que algún brasileño puede decir viviendo o viajando por el extranjero, o en Brasil a través de medios internacionales.Veamos más ejemplos. Dos que no pude incluir del fallecido líder histórico de la social-democracia brasileña, Leonel Brizola, quien inició su carrera a mediados del siglo XX. En el NY Times de mayo de 2004 públicamente confirmó los rumores sobre el consumo excesivo de alcohol del presidente Lula. Dijo estar preocupado "el presidente está destruyendo sus neuronas… cuando fui candidato a la vicepresidencia con Lula, bebía mucho. Le dije que era peligroso… dije: Lula soy tu amigo y camarada tienes que controlar esto". A propósito de la campaña de 1989, cuando contendió Lula contra Fernando Collor de Mello, Brizola declaró a Alan Riding, corresponsal del NY Times: "creo que el país va tan mal que cualquier gobierno que proponga cambios, sin aventuras ni expropiaciones puede mejorar las cosas… Brasil necesita un guía más que un equipo tecnocrático… el desastre presente ha creado condiciones favorables para un gobierno mínimamente eficiente".La semana pasada citamos varios comentarios. Ahora podemos citar a Lula, candidato perenne a la Presidencia hasta su victoria en 2002. Al NY Times en 1992: "el presidente interino Itamar Franco ha resultado ser muy vulnerable, muy impreciso y muy lento… creo que la ambigüedad de Itamar puede llevarlo a perder muy rápidamente el prestigio y la confianza que la sociedad ha depositado en él". Y a propósito de Collor dice: "la política de modernización de Collor ha llevado el desempleo, la corrupción y la inflación a niveles insoportables. Todos los poseedores de diplomas universitarios han carecido de la capacidad de resolver los problemas económicos de Brasil". Y a propósito de Cardoso, quien derrota a Lula en 94 y 98, insistió: "esta vez nos enfrentamos al candidato, a los medios, a los empresarios y al Estado. Fernando Henrique Cardoso no será Ali Baba, pero sí está rodeado de 40 ladrones". Y por último, dice Lula en 98 con corresponsales extranjeros: "el Presidente copia todo lo que nosotros hacemos… a dos meses de la elección el presidente está perdido debería haber pensado en el desempleo hace tres años cuando lanzó el mayor programa de desempleo en el país".Me limito a citar a dirigentes brasileños de los últimos 20 años de todo el espectro político. Cualquier estudiante que realizara una mínima investigación análoga para cualquier país encontraría lo mismo: en democracia y en el mundo moderno, los brasileños critican al gobierno de Brasil; los mexicanos, al de México; los argentinos, al de Argentina; los españoles, al de España; los alemanes, al de Alemania. Los únicos que no critican a su gobierno son los amigos cubanos de Calderón: en Cuba se van, se mueren o los encarcelan. www.jorgecastaneda.org; jorgegcastaneda@gmail.com

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