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El minipeso de un largo otoño

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La caída del peso posee varios orígenes, y el gobierno tiene bastante razón en afirmar que se debe de manera primordial a factores externos: antes, el desplome de los precios del petróleo; luego, la incertidumbre sobre el alza de las tasas de interés en Estados Unidos; ahora la devaluación del yuan. También es cierto que más allá del malestar que puede causar la depreciación en las familias de clase media que deberán pagar más por sus vacaciones en Orlando, la tendencia favorece a varios agentes económicos —los exportadores, la industria turística, los hogares que reciben remesas, los que debemos en pesos y ganamos en dólares, etcétera— y su desventaja primordial —la inflación llamada de pass-through— no se ha manifestado.
Todo esto es cierto, hasta cierto punto. El propio Agustín Carstens ya reconoce que hay traspaso inflacionario en bienes durables; de seguir cayendo el peso, el riesgo de su extensión a otros sectores de la economía crecerá. Pero sobre todo, existe una explicación alternativa —quizás complementaria— del descenso en el valor de nuestra moneda. La leí en una columna reciente de Joel Martínez en Reforma; vale la pena reproducir las principales tesis.
Según él, hasta 2014 el déficit de la cuenta corriente se financiaba con el superávit en la cuenta de capital, incrementándose así las reservas de Banxico. Solo que en el primer trimestre de 2015, el déficit aumentó ligeramente, alcanzando 9.4 mil millones de dólares, pero la entrada de capitales en diversas expresiones sumó solo 7.4 mil millones, cerca de la mitad de 2014. A ese ritmo, el faltante de divisas llegaría a unos diez mil millones de dólares para todo el año: muy poco en comparación con los casi 200 mil millones de reservas, pero mucho en relación con los dos años anteriores.
Concluye el analista: “El Fracaso de la Ronda Uno marcó la salida de una corrida contra el peso: no habrá grandes entradas de inversión extranjera a corto plazo. Será necesaria más devaluación para achicar el déficit en cuenta corriente mientras no haya sobrantes en la cuenta de capitales.” No sé si tenga razón en cuanto a la contribución de este factor a la caída del peso. Agrego otro, para mediados de septiembre: si Obama logra el no rechazo por el Congreso de EU a su acuerdo con Irán y se levantan las sanciones contra los ayatolas de Teherán, el precio del petróleo bajará aún más; aunque no incida mayormente en estas cuentas, sí lo hace en las expectativas de inversión. Se viene un largo otoño.

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