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Los pasos de López

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El gobierno cambió en 180 grados su postura ante la dramática crisis venezolana. Tomó cartas en la liberación de los presos políticos en ese país y en las múltiples crisis que lo agobian. En una decisión que no puede proceder más que de la Presidencia, la SRE y el presidente del PRI decidieron recibir a Lilian Tintori y a Antonieta López, esposa y madre, respectivamente, de Leopoldo López, el principal preso político de Venezuela.
Después de dos años de pasividad desde el encarcelamiento de López, y de un año previo de complicidad con las violaciones a los derechos humanos y las embestidas contra la democracia en Venezuela por parte de Nicolás Maduro, y al término de seis años de una pasividad semejante del gobierno de Calderón, Peña Nieto y Claudia Ruiz Massieu resolvieron dejar atrás, por lo menos en este caso, las trasnochadas ideas de no intervención y de miedo a Chávez y a Maduro.
Me explico. A los priistas no les cuesta trabajo hacerse de la vista gorda ante las violaciones a los derechos humanos o a los ataques a la democracia en otros países. A los panistas enpriisados como Calderón y su equipo de relaciones internacionales tampoco. A esa inclinación natural, o chip priista, en el caso de EPN se sumó un verdadero pavor ante la posibilidad de que Maduro activara los círculos bolivarianos en México contra la reforma energética. Era un temor infundado; también temer una respuesta venezolana sobre Ayotzinapa era de escasa importancia. El hecho es que este temor y esa vieja creencia gobernaron la postura mexicana hacia Venezuela.
Tintori y Antonieta López tuvieron una visita a México exitosa y plural, entrevistándose incluso con el presidente del PRD, Agustín Basave; el presidente perredista del Senado, Miguel Barbosa, y hasta con el senador Mario Delgado, miembro de Morena. Después de varios intentos del propio Leopoldo López, de su esposa y de María Corina Machado de venir a México y entrevistarse con las autoridades, esta vez hablaron con media humanidad y lo hicieron muy bien. Deben darle seguimiento, reparando quizás una pequeña omisión, culpa de quien les organizó la visita: el encuentro con Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados.
Ruiz Massieu ha buscado darle relieve a los temas de género. No sé si la Cancillería sea el lugar adecuado, pero su encuentro con la esposa del preso político más conocido de AL tuvo connotaciones importantes de género. Un encuentro con la bloguera cubana Yoani Sánchez también lo tendría, no solo en materia de género, sino también en derechos humanos. El gobierno de Peña Nieto difícilmente podrá remediar su historial interno en esta materia. En el plano externo, sí.

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