A reserva de repetir lo que muchos han dicho en estas páginas y lo que yo mismo he afirmado en varios foros a lo largo de la semana transcurrida desde los comicios del domingo pasado, van tres reflexiones sobre tendencias duraderas detectables en estos últimos. Conviene enfatizar la diferencia entre tendencias profundas y resultados: no es igual.
La primera es la agudización de la caída electoral del PRI. En los 14 estados donde hubo elecciones (12 gubernaturas más municipales en Baja California y Constituyente de CdMx), el PRI obtuvo 26.4% del voto, siete puntos menos que en las mismas entidades en 2010, con la excepción del DF que no votó esa vez. A este pésimo resultado es preciso agregar que se trata, en 2016, de coaliciones PRI-PVEM-Panal, y que en 2010, solo PRI-PVEM. De modo que el descenso es incluso más pronunciado. Lo dice Federico Berrueto el domingo en MILENIO: es insuficiente para ganar en 2018.
Segunda tendencia: en las 14 entidades donde se sufragó, Morena obtuvo 18% del voto. Es un porcentaje sorprendente y elevado. Sorprendente porque el año pasado no alcanzó 10%, y los estados no fueron sus baluartes, con la excepción de CdMx, donde la participación fue muy baja. Faltó, entre sus plazas fuertes, Tabasco, Edomex, Morelos, Guerrero y posiblemente Michoacán. Elevado, porque esto equivale a más de 30% de una hipotética votación en 2018 para AMLO. Se ha calculado que su simple presencia en la boleta vale 10 puntos, y falta Movimiento Ciudadano. En otras palabras, ya se encuentra arriba de lo que sacó en 2012.
Tercera tendencia: a los independientes les va menos mal de lo que sus malquerientes cacarean, y comienzan a volverse parte de la normalidad electoral mexicana. En 2015 lograron figurar en la boleta 125 candidatos; ganaron 6. En 2016, se aprobaron 308, y fueron electos 11. El porcentaje de votos que obtuvieron en 2015 fue de 8.3%; en 2016, 7.5%, aunque no hubo comicios federales. No ganaron gubernatura alguna, pero sí en Ciudad Juárez, que cuenta con una población superior a la de Aguascalientes y Tlaxcala (donde hubo elección para gobernador), y prácticamente igual a Zacatecas y Quintana Roo (donde la hubo también). Conquistaron asimismo un distrito local, otra ciudad grande (Parral, con casi 300 mil habitantes), y dos comunidades originarias en Oaxaca. Alcanzaron 189 mil 667 votos en CdMx; el PRI, 150 mil 328. Ganarle al PRI en el ex DF ciertamente no es mucho decir, pero tampoco es despreciable.
A menos de que se piense que el PAN arrasó el domingo antepasado por sus propios méritos, y no por ser la única alternativa presente, la conclusión me parece obvia. En una segunda vuelta virtual PRI-AMLO, o PAN-AMLO, gana López Obrador. Entre dos outsiders, quien sabe.