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Nada del otro mundo

Jorge Castañeda

Dos cosas vienen a la mente horas antes del debate del lunes en la noche entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Ambas tienen que ver con lo que ha sido la actitud mexicana, tanto de la sociedad como del gobierno, ante la figura de Trump, desde hace más de un año.

En primer término, convendría recordar a quienes desde el verano del 2015 sostenían que no convenía responderle a Trump en sus ataques antimexicanos. Decían que cualquier respuesta solo le haría el juego, ya que le daría foro que no tenía y publicidad que tampoco lograría conquistar. Se estima que para el debate de hoy en la noche, habrá más de 100 millones de televidentes tan solo en EU y que romperá el récord de audiencia del debate más visto, a saber, el de Reagan y Carter en 1980. Espero que hoy por lo menos, quienes argumentaban esto, tengan la decencia de reconocer que se equivocaron.

La segunda reflexión tiene que ver con el fallido intento de Peña Nieto para reunirse con Hillary Clinton en NY la semana pasada. Según todas las versiones que escuché, los funcionarios federales buscaron desesperadamente un encuentro con la ex secretaria de Estado, sin lograrlo. Sin embargo, casi como para demostrar que no era algo imposible para otro país, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se reunió con ambos por separado en Nueva York ayer domingo. Netanyahu hizo lo que suelen hacer los presidentes de países para los cuales el desenlace electoral norteamericano es decisivo: ir a Estados Unidos y ahí buscar cómo reunirse con los dos principales candidatos. Es lo que Fox hizo en agosto del año 2000 cuando viajó a Estados Unidos y pudo reunirse con el vicepresidente Al Gore y con el gobernador George Bush. Nada del otro mundo. Si Fox y Netanyahu pudieron, Peña debió haber podido. Pero para eso tenía que haberse evitado el error de invitar a Trump a México y el error de luego tratar de corregir las cosas con Clinton en NY.

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