Jorge Castañeda
El tribunal colegiado de apelaciones del noveno distrito de Estados Unidos le dio palo a Donald Trump ayer en materia de su prohibición de viajes a Estados Unidos para nacionales de varios países de mayoría musulmana y de recepción de refugiados procedentes de Siria. El asunto irá a la Suprema Corte, donde Trump debiera contar con los votos necesarios para ganar, a condición de que sea confirmado su candidato para ocupar el novena escaño, vacante desde mediados del año pasado. Es una gran derrota para Trump, que muestra el camino a seguir en la resistencia contra la larga noche que nos espera.
México tiene fichas de negociación y de lucha contra la embestida norteamericana. Ya las hemos mencionado varias veces: suprimir el llamado sellamiento de la frontera sur; hacerse de la vista gorda ante cargamentos de mariguana destinados al estado de California; incluso incluir en la agenda bilateral el aseguramiento de las fronteras mexicanas en materia de terrorismo. Pero al final de cuentas, se trata de estrategias de alto riesgo, audaces pero de difícil ejecución, y propias del ámbito político. A la larga, ese será el conducto más eficaz para derrotar las políticas de Trump. Pero en el corto plazo, como ya comenzamos a ver, el litigio en los tribunales es más productivo.
Este sábado en Phoenix, Arizona, varios mexicanos trataremos de reunirnos con compatriotas carentes de documentos para escucharlos y tratar de discernir de qué manera podemos ayudarles a contrarrestar la ofensiva de Trump, sobre todo en materia de persecuciones y deportaciones. Irán gobernadores, senadores, diputados. Conductores de noticieros, académicos y activistas nos desplazaremos a Phoenix, gracias al apoyo de diversas organizaciones, desde Coparmex hasta Chicanos por la Causa, para entender de qué manera podemos ser más útiles.
Pero desde diciembre pasado quedó claro que la respuesta a las primeras preguntas es obvia. Los paisanos prefieren que se les apoye para permanecer en Estados Unidos a que se destinen recursos para su inserción en México, una vez ya deportados. ¿En que consiste el apoyo? Abogados, abogados y abogados, junto con información a través de los medios de comunicación en español, presencia de los consulados, subsidio para fianzas. Sobre todo si prospera la propuesta que hemos presentado en diversos foros Eunice Rendón y yo, de que los indocumentados que sean detenidos en Estados Unidos deben acogerse al derecho de audiencia, fianza, y juicio migratorio, en lugar de aceptar, en el momento de la detención, la alternativa del llamado retorno voluntario. En lo individual, conviene está última; en lo colectivo, la otra.
Ojalá el gobierno de México empiece a recorrer el camino del poder judicial norteamericano. Existen muchas maneras de hacerlo. Todas son caras, y peligrosas, unas más que otras. Pero la peor opción reside en aceptar la nueva normalidad de Trump, en incurrir en el “business as usual”, en poner la otra mejilla ante cada golpe o cachetada, como si no pasara nada. Hay una ruta de resistencia. Hay que explorarla.