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¿No intervención en Nicaragua?

El Financiero

Jorge G. Castañeda

América Latina no puede sobrevivir sin crisis recurrentes de derechos humanos. Cuba durante años, México desde hace doce, y un pasado lejano poco envidiable, Venezuela ya de manera casi permanente, y ahora, Nicaragua. Las escenas, los números evocan momentos de 1978-1979; el creciente, pero aún insuficiente clamor internacional, también.

Pero hay de clamor en clamor. Por un lado, un primer paso importante del secretario general de la ONU, lamentando la violencia. Desde antes, denuncias, gestos y artículos magníficos de Sergio Ramírez, otrora vicepresidente de Daniel Ortega, que entre sus diez años en el poder el siglo pasado, y sus doce en este, comienza a colocarse en las grandes ligas de los gobernantes eternos. Enseguida, una reinvención del llamado Grupo de Lima dedicado a Venezuela, ahora con Uruguay y Ecuador, e incluyendo de nuevo a México, Brasil, Argentina, Chile y Colombia, condenando las violaciones a los derechos humanos en Nicaragua y haciendo un llamado a elecciones “libres, justas, y oportunas”.

Pero el martes 17 de julio, el llamado Foro de Sao Paulo emitió un comunicado en La Habana que hace mención a la situación en Nicaragua. Según Telesur: “El Foro afirmó su hermandad al comandante Daniel Ortega y al pueblo nicaragüense por los hechos de violencia suscitados por grupos de la oposición”, que ya ha costado más de 300 muertos. El comunicado afirma que la “violencia, destrucción y muerte” es responsabilidad de “la manipulación y la acción desestabilizadora de los grupos terroristas de la derecha golpista…”

El Foro de Sao Paulo es el nombre genérico extendido a una serie de reuniones que comenzaron en 1990 en Sao Paulo, a iniciativa de Lula, entonces candidato recién derrotado a la presidencia de Brasil, y La Habana, para reunir a todas las organizaciones de izquierda de América Latina, desde las FARC colombianas y el Frente Sandinista, hasta el PT de Lula y el PRD en México, fundado un año antes por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. A partir de entonces, el Foro se convirtió en una instancia de solidaridad, sobre todo declarativa, de todas las causas de izquierda de la región. Se concentró, sin embargo, en el apoyo a las “víctimas” de la agresión imperialista: Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras, etc. Nunca se caracterizó por la denuncia de las violaciones de los derechos humanos, o de los ataques a la democracia representativa en la región.

Morena se afilió al Foro en 2016, recién obtenido su registro. Sus representantes han asistido a varias reuniones, donde se han solidarizado con los diversos regímenes autoritarios latinoamericanos, pero principalmente Venezuela. AMLO no ha acudido a las reuniones, aunque obviamente aprueba la participación de Morena. La presidenta de su partido fue a La Habana, pero aparentemente no pronunció discurso alguno.

López Obrador en cierto sentido hace bien en guardar silencio sobre Nicaragua, por ahora, invocando su sacrosanto principio de no-intervención. Ya tendrá oportunidad de desenmarañar la complejidad del asunto después del 1 de diciembre. Pero como seguramente le explicaron sus colaboradores, hay otro tema latinoamericano pendiente y urgente en materia de democracia, tal vez más afín a sus afinidades. Se trata de la prohibición para Lula de ser candidato a la presidencia de Brasil en los comicios del 7 de octubre. Como algunos recordarán, el expresidente brasileño se encuentra preso en Curitiba, acusado de lavado de dinero y de haber recibido un departamento o la remodelación del mismo de una empresa constructora. Muchos consideran que más allá de los otros escándalos de corrupción en Brasil (Odebrecht, Lava Jato, etc), y del juicio que cada quien pueda aportar sobre el mandato de Lula y de su sucesora, se trata de una especie de desafuero a la mexicana, o de inhabilitación a la venezolana. Una elección en México en 2006 sin AMLO era una aberración política, aunque el caso jurídico podía ser robusto. La ausencia de Henrique Capriles o Leopoldo López o María Corina Machado en las elecciones presidenciales venezolanas de mayo lo son también. ¿Tampoco se va a pronunciar AMLO sobre el caso de Lula? Los comunicados y discursos incendiarios de los dirigentes de Morena ya no bastan, si se trata de definirse. La presidenta de Morena firmó el comunicado final apoyando a Lula y a Daniel Ortega. ¿Y la no intervención, apá?

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