Jorge G. Castañeda
El gasolinazo de la 4T –el desabasto creciente– sin duda encuentra sus causas y orígenes en varios factores. Tal vez se descuidaron las importaciones de gasolina de Estados Unidos durante la transición en Pemex. Quizás el cierre de ductos para combatir el huachicol sea sólo temporal y pronto se arreglará. Posiblemente hay un problema de estacionalidad, o de precios: la caída en el Norte, la insuficiencia en el Centro y Bajío. O, si se quiere caer en el sospechosismo, a lo mejor la respuesta se halla en el partido que gobierna las entidades más afectadas: PAN, PRI, MC o PRD en Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Estado de México. En fin, no hay por qué dudar de las explicaciones del gobierno a priori, ni tampoco de verlas como suficientes en sí mismas.
Partamos de que la explicación es exactamente la que dio el gobierno. Aceptemos que el desabasto es consecuencia de una medida dizque acertada de combate a los huachicoleros. Supongamos que rápidamente el corte de suministro vía ductos, sustituido por pipas acabará con la ordeña, a un costo razonable y de modo duradero. ¿Por qué no se le ocurrió a otros antes?
Esta es una pregunta clave en este sexenio, aunque haya sido pertinente en muchos otros. En México, debido a la falta de memoria ejecutiva, legislativa, judicial y de la sociedad, tendemos a descubrir el hilo negro o el agua tibia con gran frecuencia. La tendencia es producto del sistema sucesorio antes, y de la forma específica de la alternancia desde el año 2000. El dilema se puede sintetizar de la manera siguiente. Si a nadie se le ocurrió una idea brillante antes (como cerrar los ductos), ¿a qué se debió? AMLO respondería, por corruptos. Fox, por priistas. Calderón, por cómplices del narco. Pero es obvio que el asunto es más complejo.
Doy un ejemplo de mínima importancia. Hace algún tiempo me topé en un vuelo internacional con uno de mis sucesores en la Cancillería. Me contó, con orgullo, candor y colegialidad, que venía de Turquía, donde había pasado dos días preparando la visita del presidente en turno. Me explicó que se trataría de la primera visita de un mandatario mexicano a ese país, pero que ese “error” ya se iba a corregir. Le pregunté si se había preguntado por qué ningún presidente de México había visitado Turquía antes, y le insinué mi propia respuesta: porque no valía la pena, según la opinión de una decena de mandatarios y una veintena de cancilleres.
En México somos especialmente propensos a no preguntarnos por qué quienes nos precedieron en el poder hicieron las cosas, o no las hicieron. Son raras las ocasiones en las cuales los que mandan recurren a la experiencia de quienes los precedieron para preguntarles por qué hicieron lo que hicieron. De hacerlo, encontraríamos todo tipo de respuestas.
En primer lugar, las obvias: por pendejos. En segundo lugar, las de la 4T: por corruptos. En tercer lugar, las ligeramente más sofisticadas: por tiempos distintos. Pero si somos honestos, tendríamos que reconocer que muchas veces la réplica es otra: sustantiva, lógica, correcta. Recuerdo una anécdota que me narró Jesús Reyes Heroles, en 1980. A propósito de no sé qué, me relató una conversación que tuvo con el presidente Díaz Ordaz, siendo él director de Pemex. “Abogado, dijo Díaz Ordaz, se me ha quejado el secretario de la Defensa que usted no le suministra más que dos días de combustible para operaciones militares. ¿Por qué?” El autor del Liberalismo mexicano respondió: “Es la tradición, Presidente. Para que sólo puedan movilizarse durante esos dos días, y si tuvieran algún tipo de tentación, no habría cómo consumarla. Pero si usted decide lo contrario, Presidente, con gusto les suministro todo el combustible que usted mande”. Respondió Díaz Ordaz (todo esto, según mi recuerdo de lo que me contó don Jesús): “Sigamos como estamos, abogado”.
Los que estaban antes pueden haber sido corruptos, pendejos, autoritarios o arcaicos. Pero la idea de que todo lo que se hizo se debió a esos motivos es, en todo caso, pendeja. No sé si nadie interrumpió el suministro de gasolina vía ductos por una buena razón o por una tontería. Pero no hubiera sido absurdo preguntarles. No se perdía más que un poco de tiempo, y, en una de esas, nos ahorrábamos un gasolinazo 4T innecesario e inútil.